miércoles, 30 de octubre de 2013

''No me digas adiós'' (Anatole Litvak, 1961)



Este estupendo melodrama dirigido por el discreto pero estimable director Anatole Litvak (''El cielo y tú'' y ''Nido de víboras'', me parecen sus películas más sobresalientes), con una hábil mano para este género generalmente de corte romántico, cuenta en esta ocasión, bajo sus órdenes, con un estimulante trío de protagonistas (Ingrid Bergman una actriz magnífica e insobornable, la podríamos definir perfectamente como una estrella europea atípica más interesada en formar parte de buenas películas de cualquier nacionalidad que en el salario que vaya a recibir, Anthony Perkins, un buen actor que convivió durante toda su carrera bajo la alargada sombra de su icónico Norman Bates e Yves Montand, otro intérprete competente), que conforman en pantalla, el clásico triángulo amoroso que suele dar mucho juego a nivel cinematográfico y ésta no es la excepción, ya es que un filme que te atrapa y enamora poderosamente. Lo que empieza siendo un melodrama menor y rutinario, acaba alcanzando altas cotas de excelencia, en un in crescendo cautivador e imparable hasta el final. La cinta está basada en la novela de Françoise Sagan ''Aimez-vous Brahms''.


Una infeliz mujer de mediana edad, que vive una relación consumida por la habitual y tóxica rutina, un romance abierto con un desenlace incierto, motivado por el tedio y la ausencia de sinceridad total, su compañero sentimental es un despreocupado mujeriego, más interesado en alternar con otras féminas que en estar pendiente realmente de ella. Su latente soledad e insatisfacción, la llevará a buscar nuevas emociones en un hombre más joven, con él vivirá un apasionado affaire, ya que supone, la antítesis de su actual pareja: encantador, jovial, soñador, con la alegría de vivir que tanto anhela y necesita. La acción se desarrolla en un París melancólico, el filme cuenta con una preciosa fotografía en blanco y negro y una gran banda sonora a cargo de Brahms. Paula (Ingrid Bergman) se debate entre dos amores: uno maduro que no le ofrece la estabilidad que necesita pero al que se siente irremediablemente atada, aunque sabe internamente que no cambiará su ''modus operanti'' y que no la ama tanto como desearía y el otro joven, el romance ''prohibido'', el que no es bien visto en la sociedad que le rodea y que alimenta injustos comentarios maliciosos, pero se nota que es el que verdaderamente la ama, sin egoísmos ni reservas. Digamos, que está en medio de dos caminos, uno es el arriesgado y el otro es el facilón, para saber cual escogerá, tendreis que verla.


 Anthony Perkins de aspecto peculiar y frágil, realiza un trabajo impecable, un personaje muy distinto al que le hizo más famoso, el perverso Norman Bates, un ser bondadoso, enamoradizo y alegre, demostrando una gran versatilidad, su labor merecidamente fue premiada en el Festival de Cannes y con el David di Donatello, es sin duda, una de las mejores y más sutiles interpretaciones que ha hecho, su vulnerabilidad te hace enternecer, es como un niño grande en busca de cariño. Tanto él como Ingrid Bergman, están estupendos. Todos estos elementos y algunos más (una ajustada y eficaz dirección de Litvak, por ejemplo), contribuyen a crear una cinta delicada, descorazonadora y hermosa, que navega entre la melancolía, la desesperanza y la apatía más evidente. Una grata sorpresa, en definitiva. De esas joyas ocultas, que se encuentran con poca frecuencia. 


Imprescindible para admiradores de la maravillosa Ingrid Bergman, del inclasificable Anthony Perkins y para seguidores del mejor melodrama. Además, es una muestra más, de la solvencia (o gran eficacia) como cineasta del infravalorado y bastante desconocido Anatole Litvak, que si bien, no fue un grande del viejo Hollywood, sí realizó algunas películas notables.     

viernes, 25 de octubre de 2013

''Cara de ángel'' vs. ''Buenos días tristeza''

Cara de Ángel y Buenos días, tristeza: dos caras de una misma moneda

Dentro de la variada filmografía del gran Otto Preminger existen dos películas que aunque pertenecen a géneros muy diferentes poseen bastantes puntos en común: Cara de Ángel (Angel Face, 1952) y Buenos días, tristeza (Bonjour tristesse, 1958). Estas coincidencias residen en algunos aspectos argumentales pero sobre todo en el personaje central, Dianne (Jean Simmons) en el caso de la primera y Cécile (Jean Seberg) en la segunda, dos visiones bastante interesantes del mito de Electra, aunque muy parecidas con algún aspecto diferente también.
     

  1.      Cara de Ángel: crónica de una mente perturbada


 Cara de Ángel (Angel Face, 1952) parte de un guión de Frank Nugent y Oscar Millard basado en un argumento de Chester Erskine, uno de los personajes más polifacéticos del Hollywood de la época: discreto director de cine comercial (El Huevo y yo, 1947; Andocles y el León, 1952), fue sin embargo un destacable director y empresario teatral de espectáculos en Broadway y ejerció además labores de escritor, productor y guionista cinematográfico.
Aunque es considerada como una de las películas más importantes del cine negro americano, lo cierto es que se apunta también a una moda que existió en el Hollywood de la época por el cine psicológico, más concretamente por las teorías freudianas. Se realizan films dramáticos, policiacos o de terror (y alguna que otra comedia) en los que los personajes principales suelen padecer traumas o conductas patológicas o esquizofrénicas provocadas por hechos del pasado, con frecuencia relacionados con trágicos sucesos acaecidos durante la infancia o con traumáticos conflictos en los que aparece siempre la figura del padre o de la madre. Esta moda que como digo surgió a mediados de los años 40 ha llegado hasta prácticamente nuestros días y ha dado lugar a grandes films como Recuerda (Spellbound,1945 Alfred Hitchcock), A través del espejo (The Dark Mirror 1946, Robert Siodmak), Secreto tras la puerta (Secret Beyond the Door, 1947, Fritz Lang De repente…el último verano (Suddenly, Last Summer, 1959, Joseph L. Mankiewicz), ), Psicosis (Psycho, 1960, Alfred Hitchcock), ¿Qué fue de Baby Jane? (What Ever Happened to Baby Jane?, 1962, Robert Aldrich), Marnie La Ladrona (Marnie, 1964, Alfred Hitchcock),  Vestida para matar (Dressed to Kill, 1980, Brian de Palma) o El silencio de los corderos (The Silence of the Lambs, 1991, Jonathan Demme); pero también grandes fiascos o truños inenarrables como Análisis final (Final Analysis, 1992, Phil Joanou), El color de la noche Color of Night,1994, Richard Rush) o las españolas, El asesino de muñecas (1975, Miguel Madrid) o Entre las piernas (1999, Manuel Gomez Pereira); eso sin contar algunos acercamientos más o menos desafortunados hacia la figura de Freud como Freud, pasión secreta (Freud, the Secret Passion 1962, John Huston), Elemental, doctor Freud (The Seven-Per-Cent Solution, 1976, Herbert Ross) o Un método peligroso (A Dangerous Method, 2011, David Cronenberg) y alguna que otra parodia simpática realizada por el inefable Mel Brooks como Máxima ansiedad (High Anxiety,1977). Por supuesto, el psicoanálisis forma parte fundamental del humor de Woody Allen desde el comienzo de su carrera como actor y director, así como de prácticamente toda la obra cinematográfica y teatral del gran Ingmar Bergman.
Así Angel Face combina con suma habilidad lo criminal con lo psicológico, dando como resultado una película más cercana al drama que el cine negro en sí. El film está protagonizado en sus papeles principales por una espléndida e inquietante Jean Simmons (Diane), estrella absoluta del film, y un inexpresivo y limitado Robert Mitchum (Frank Jessup), que parece llevar siempre una ropa dos tallas más grande, pero que sin embargo resulta eficaz y convincente en su papel de presunto “pardillo”, ya que debe representar a un sujeto bastante primario pero con mucho bagaje y al que resulta complicado manipular o tomar el pelo. Como tercero en discordia, nos encontramos con el gran Herbert Marshall, como el padre de Diane, un escritor en crisis que ha dado el “braguetazo” de su vida, contrayendo matrimonio con una mujer muy rica y que se pasa gran parte del tiempo en batín, gastando dinero sin ton ni son y sin dar un palo al agua. Su personaje tiene algunos puntos en común con el que interpretó en algunos dramas junto a Bette Davis como La Loba (William Wyler, 1941) es decir, un sujeto pusilánime y blando, sin mucho carácter y siempre a expensas de lo que ordenen y manden las mujeres de su entorno. 
El argumento es muy simple: Diane siente adoración por su padre y odia a su madrastra. Piensa que ha cambiado a éste– la culpa de su inactividad literaria -  y la película comienza con un intento de asesinato frustrado por parte de ésta que se queda en un mero accidente sin importancia.  A partir de aquí, Diane parece que se siente atraída por un conductor de ambulancias llamado Frank Jessup, que en principio parece que se deja querer por la chica. La relación que ambos mantienen se mueve siempre en la ambigüedad: ¿Está realmente Diane enamorada de Frank o sólo quiere manejarlo para conseguir implicarlo en el próximo intento de asesinato de su madrastra? ¿Es capaz de querer de verdad o sus sentimientos son producto del capricho? Y en el caso de Jessup, ¿Es tan tonto como parece o simplemente se está dejando manejar para conseguir así su sueño de poseer su propio taller de reparaciones de coches de carreras?
En ese sentido, la creación de Jean Simmons resulta asombrosa y espectacular, sobrecogedora y perturbadora en grado sumo - desde mi punto de vista, está de Óscar -, ya que refleja a la perfección con su interpretación los rasgos y conductas de una personalidad bipolar, que por un lado se siente “enamorada” de su padre y que desea librarse para siempre de su madrastra, pero por otro cree encontrar en Frank su tabla de salvación para cambiar y para conseguir ser mejor persona y madurar. Sin embargo, Jessup no se fía de ella, piensa que está completamente loca y duda de los sentimientos que dice sentir hacia él. No hace falta contar nada más ya que es fácil deducir que los acontecimientos se tornan cada vez más dramáticos y que la historia lógicamente no tendrá un final feliz.
No quiero dejar de destacar tampoco la banda sonora compuesta por el genial Dimitri Tiomkin que crea un tema principal que se repite obsesivamente a lo largo del film en diferentes versiones (orquestal, piano y orquesta, sólo a piano): la siniestra y triste melodía que Diane toca al piano cuando va a hacer de las suyas o cuando se siente frustrada o contrariada. La imagen de Jean Simmons al piano, la inquietante y oscura expresión de su rostro mientras suena la melodía, es fiel reflejo de su mente perturbada y dividida.
Quizá sí tendría que poner alguna pega al guión: estructurado en tres actos, considero que el segundo de ellos en el cuál se desarrolla un proceso judicial contra la pareja, resulta algo farragoso e innecesario, rompiendo en parte el clímax planteado al comienzo. En cuanto los personajes salen de la casa o del ambiente en el que se suelen mover, la película pierde algo de fuerza e interés. Afortunadamente, cuando el juicio concluye el film recupera el ritmo inicial así como la atmosfera malsana que se respiraba en el primer acto. En ese sentido, la realización de Preminger me parece encomiable pero, desde mi punto de vista, todo el apartado procesal se podía haber contado en elipsis y el film habría ganado en agilidad y no se habría roto toda la atmosfera claustrofóbica planteada hasta ese momento. Se pierde un poco la sensación de personajes enjaulados en un laberinto de pasiones, prisioneros de una relación autodestructiva y enfermiza, que afortunadamente se recupera durante el trágico desenlace de la cinta; un film perturbador e inquietante pero también profundamente triste y nihilista.



  2.      Buenos días, tristeza: las inquietudes de una niña caprichosa


  
En Buenos días, tristeza, Otto Preminger nos cuenta otra versión del mito de Electra. En esta ocasión el film resulta una adaptación bastante fiel de la novela homónima firmada por Françoise Sagan por parte del guionista Arthur Laurents; libro que se convirtió en una auténtico fenómeno editorial en su momento, en parte por la más que impactante personalidad de la Sagan pero también por el carácter autobiográfico de la obra, algo que forma parte de prácticamente toda su producción literaria.
En este film, Preminger y su guionista parece que optan por un argumento más cercano a la comedia dramática; es decir, no existen planes premeditados de asesinato por parte de la Electra en cuestión aunque comparte con Cara de Ángel, idéntico punto de partida: una chica joven de unos veinte años, Céline, interpretada con enorme naturalidad y frescura por Jean Seberg, está acostumbrada a vivir con su padre, un reputado publicista pero que es un auténtico vividor, que la lleva de viaje por todos lados, la deja hacer lo que quiere y la acostumbra a la buena vida, los casinos, las salas de fiesta o los veraneos en la Costa Azul. Desde que su esposa murió durante un bombardeo en la Segunda Guerra Mundial, Raymond, interpretado de manera ajustada y convincente por el gran David Niven, no ha conocido pareja estable, sino que más bien le gusta picar de flor en flor, hasta que se aburre y busca una nueva. Esta personalidad tan libre y tan poco comprometida, apasiona a Céline que ve su padre un espejo en el cuál reflejarse. Por eso, cuando aparece en sus vidas la diseñadora Anne Larsson, bajo los rasgos de la correcta y sobria Deborah Kerr, dispuesta a casarse con Raymond, pretensión con la que éste parece estar de acuerdo, Céline la ve como una intrusa de la que conviene deshacerse lo antes posible.
En ese sentido, la interpretación de Jean Seberg resulta muy convincente ya que representa de manera genial a esa niña caprichosa que piensa que una mujer como Anne, tan puritana, recta y antigua  resulta una amenaza no sólo para su padre sino para el tipo de vida libertina que ambos están acostumbrados a vivir. A Céline no le importa en absoluto los ligues de Raymond, lo que le preocupa es que haya encontrado por fin una mujer que le haga sentar la cabeza.
Tampoco existe en este caso, amante a quién manipular, sino que el plan es realizado con la complicidad de un ex - ligue de su padre y un chico por el que se siente atraída sin más y que veranea cerca de su casa. Su plan resulta bastante inteligente y muy bien urdido pero también en apariencia se nos antoja del todo inofensivo ni que vaya a tener las consecuencias fatales en las que llega a desembocar. En ese sentido, comparado con las intrigas de Diane en Angel Face, resulta simpático, una travesura sin más; sus pretensiones de romper el compromiso de su padre están más cerca quizá de las estrategias que urdía Julia Roberts en La Boda de mi mejor amigo (My Best Friend's Wedding, 1997, P.J. Hogan). No nos enfrentamos por tanto con mente criminal alguna; ni siquiera Céline se nos presenta como una joven perturbada o confundida, sino más bien como una caprichosa que siente que todo su mundo de ocio y aventura se viene abajo por la aparición de una “bruja”. Su personaje provoca mayor simpatía que Diane porque es menos oscuro y perturbador, más “normal”.
En esta ocasión, Otto Preminger parece querer realizar un film a la europea, no sólo por las localizaciones (Paris, La Riviera Francesa) sino también por la estructura en la cual se desarrolla la trama, el tono con el que la historia está contada, la naturalidad de las interpretaciones (apreciadas en su versión original) y el envoltorio estético (fotografía, música).
Lo más destacable sin duda es el planteamiento estructural del argumento ya que la historia está contada en dos planos: uno, contado en blanco y negro y que describe el presente de Céline y Raymond; y otro, en color, que se centra en el pasado durante las vacaciones de ambos en una casa a pie de playa, en la Costa Azul. La parte en blanco y negro refleja la abulia, la tristeza y el remordimiento que siente la joven por algo terrible que, según ella, sucedió en el pasado. El grueso del film lo ocupa la parte en color que refleja la alegría de ambos durante esa época y la aparición de la diseñadora Anne Larson, como elemento perturbador, en sus vidas. La narración en color es interrumpida en breves ocasiones por la que acontece en blanco y negro hasta el desenlace de la cinta que concluye como comenzó en tonos grises y tristes.  
Céline se nos antoja como una joven alegre y muy moderna, bastante inmadura y voluble, mientras que Diane en Angel Face resulta una joven introvertida, misteriosa, oscura pero también dulce y encantadora; ambas son grandes manipuladoras. En ese sentido, Jean Seberg realiza una creación muy cercana a su propia personalidad. Donde más brilla sin duda como actriz es en los momentos en blanco y negro, en los cuáles su rostro refleja los cambios de su existencia; y en los que se nos describe como aquel duro golpe la ha hecho madurar pero a fuerza de vivir eternamente atormentada.



sábado, 19 de octubre de 2013

Gloria Grahame, un rostro indiscutible del noir clásico



Gloria Grahame fue una actriz fantástica y fascinante, poseedora de un rostro singularmente atractivo y una presencia perturbadora y elegante en pantalla. De esas rubias del celuloide que no dejan indiferente a nadie, debido a su gran belleza y talento, si Marilyn Monroe representaba la ingenuidad en pantalla, Gloria a través de su pérfida mirada, respondería al polo opuesto, la perversidad en su más ardiente expresión, sus personajes no eran simples marionetas que rodeaban a la figura masculina de turno, si no, que poseían múltiples aristas y una personalidad manipuladora y fuerte. Una de las grandes damas del noir clásico, en su trayectoria, se encuentran títulos tan excelentes e importantes como ''Los sobornados'', ''Deseos humanos'' o ''En un lugar solitario'' y también me gustaría destacar, esa magnífico filme llamado ''Miedo súbito'' junto a la grandísima Joan Crawford. Además, participó en la cinta más conocida de Frank Capra, ''Que bello es vivir''. Se prodigó generalmente en papeles secundarios, pero siempre destacando, convirtiendose en una actriz imprescindible y a reivindicar. Fritz Lang fue un director recurrente en su filmografía, ya que fue uno de esos directores europeos (principalmente austríacos y alemanes) que emigraron a Hollywood y se curtieron dirigiendo films noir, junto a nombres tan imperecederos como Douglas Sirk, Otto Preminger, Robert Siodmak, Billy Wilder, etc.



Nacida como Gloria Hallward McDougal, un 28 de Noviembre de 1923 en Los Ángeles, California. Lleva en su sangre la actuación, su madre fue la actriz de teatro Jean Grahame, que ejerció de maestra de interpretación para su hija, Gloria actuó desde su tierna infancia, en 1944 Louis B. Mayer la vio en una obra en Broadway y le ofreció un contrato con su productora la MGM, debutó en la gran pantalla en ''Blonde fever'' (1944) pero su primer papel destacable se produjo en la famosa ''Qué bello es vivir'' (1946). Su talento y sensualidad eran patentes, pero no encajaba en el patrón de estrella de la Metro, debido a ello, fue vendida en 1947 a RKO Pictures, pero tuvo el mismo problema, su único éxito en tres años fue la magnífica ''En un lugar solitario'' de su segundo marido, el mítico Nicholas Ray. Terminaría abandonando RKO. Los 50 fueron su mejor época, en la cual consiguió un Oscar como Mejor actriz secundaria por la estupenda ''Cautivos del mal'' (siendo nominada anteriormente como secundaria en ''Encrucijada de odios'', de 1947) y se consolidó como uno de los rostros femeninos más sobresalientes, personales e inimitables del cine negro clásico americano, solía interpretar a femmes fatales, bordaba a esas almas turbias, atormentadas y desdichadas, que eran la perdición de los hombres. A mediados de los 50, su carrera cinematográfica fue decayendo progresivamente, debido en gran parte a los malos resultados de una operación de un labio a la que se sometió, la cual perjudicó a su dicción a la hora de actuar. Durante los 60 y 70, combinó sus trabajos en el teatro con sus intervenciones televisivas y cada vez más esporádicas apariciones cinematográficas, hasta que en 1981, durante su período más ocupado en las tablas americanas y británicas fue diagnosticada de cáncer estomacal, pero haciendo oídos sordos a su médico se trasladó a Inglaterra para proseguir con sus compromisos teatrales, poco después, empezó a sentir los síntomas de su enfermedad durante un ensayo. Voló a Nueva York y a las pocas horas, falleció. Era un 5 de Octubre de 1981, contaba con tan sólo 57 años.



Tuvo un matrimonio muy complicado con Nicholas Ray, cuando rodaron ''En un lugar solitario'' estaban inmersos en una conflictiva separación, Ray afirmaba que no la amaba, que simplemente se había casado con ella por capricho, este realizador era toda una joyita: alcohólico y jugador, terminó sus días, completamente arruinado. Harta de una situación sentimental insostenible, Grahame decidió tras su embarazo, terminar con este matrimonio y obtuvo el divorcio poco después de este rodaje, que estuvo rodeado de numerosas broncas entre los dos conyuges.



Gloria Grahame tenía fama de ser una actriz complicada en el set, además, de muy temperamental e insegura con su propio físico. Su vida sentimental fue turbulenta, casandose en cuatro ocasiones, curiosamente su último marido resultó ser Anthony Ray, hijo de Nicholas, del cual terminaría separandose poco tiempo después. Además, fue madre de cuatro hijos.

viernes, 18 de octubre de 2013

Recordando a directores míticos: William Wyler, el polivalente



William Wyler, nacido un 1 de Julio de 1902 en Mulhouse (lugar que perteneció a Alemania, ahora a Francia), fue probablemente uno de los directores más sobresalientes en cuanto a melodramas se refiere, durante el cine clásico americano, junto a Douglas Sirk y Max Ophuls, aunque se prodigó en todo tipo de géneros con solvencia (confirmando su admirable versatilidad), que van desde los dramas hasta los thrillers pasando por las comedias o incluso el western o el musical, pero demostró una mano maestra especialmente para los melodramas sutiles. Quizá no estemos ante un cineasta con un estilo muy característico (de hecho, algunos críticos de Cahiers du Cinema, le acusaron de no poseer un estilo definido dirigiendo), pero lo cierto, es que se amoldó estupendamente a géneros muy dispares, era un camaleón de la dirección y su estilo clasicista fue muy apreciado por los Oscars. Aunque se le infravaloró por cierto sector de la crítica especializada, era un director magnífico y perfeccionista hasta límites enfermizos, uno de los más grandes que ha dado el Séptimo Arte, con una carrera plagada de películas estupendas y algunas obras maestras. De mis directores predilectos clásicos, valoro mucho su polivalencia y buen hacer.
Llegó a Estados Unidos en 1920, empezó realizando películas mudas, debutando en los largometrajes en 1926, dos años después, conseguiría la nacionalidad americana. De espíritu progresista, colaboró en muchas ocasiones con el productor Samuel Goldwyn.

 Dos actrices claves en su trayectoria fueron la temperamental Bette Davis y la angelical Audrey Hepburn, la primera, la reina indiscutible del melodrama durante los años 30 y 40, con la que rodó las estupendas ''La carta'', ''La loba'' y ''Jezabel'' y de la última, fue su gran descubridor, ofreciendole su primer papel protagonista en ''Vacaciones en Roma'' y posteriormente trabajaron juntos en las excelentes ''La calumnia'' y ''Como robar un millón'', sus colaboraciones con ellas, dieron frutos a nivel de premios, la espléndida Audrey ganó su único Oscar como mejor actriz por ''Vacaciones en Roma'' y la diosa Bette Davis se llevó el segundo por su magnífica interpretación en ''Jezabel'', también le dio suerte a Olivia de Havilland, a la cual le dieron su segundo premio de la Academia, por su maravillosa actuación en ''La heredera'', otro excepcional melodrama dirigido con maestría por Wyler. Era un excelente director de actores, muchos de los que trabajaron bajo sus órdenes, o conseguían la nominación al Oscar o eran finalmente premiados. En total, 31 actores, tuvieron la suerte de ver reconocidos sus trabajos, mediante una candidatura o un galardón.


Cabe destacar que fue uno de los pioneros en tratar el espinoso tema del lesbianismo de manera sutil y valiente, en un remake que había dirigido de una película anterior suya, hablamos de ''La calumnia'', que contiene un magnífico y antológico duelo actoral entre dos actrices estupendas, Audrey Hepburn y Shirley MacLaine. Lo cual, todavía tiene más mérito en esos tiempos y encima con el Código Hays en vigor, que no se abolió hasta 1967.

La mayoría de películas de Wyler son sinónimo de calidad, quizá no sea lo suficientemente conocido por el gran público (por lo menos, no al nivel de popularidad de Wilder o Hitchcock) pero era un director muy notable, que se merece todos los reconocimientos.



Wyler ganó tres premios de la Academia como mejor director, por ''La señora Miniver'', ''Ben-Hur'' y ''Los mejores años de nuestra vida'', aunque estuvo en 12 ocasiones nominado en total. Falleció el 27 de Julio de 1981 en Los Ángeles, a causa de un ataque al corazón, contaba con 79 años.





Títulos destacados

''La heredera''
''Vacaciones en Roma''
''Horizontes de grandeza''
''La calumnia''
''Como robar un millón''
''La carta''
''La loba''
''Jezabel''
''Brigada 21''
''El coleccionista''
''La señora Miniver''
''Los mejores años de nuestra vida''
''Ben-Hur''
''Funny Girl''
''Una chica angelical''

miércoles, 16 de octubre de 2013

''El caso de Thelma Jordon'' (Robert Siodmak, 1950)

EL CASO DE THELMA JORDON

Título original: The File on Thelma Jordon
Año: 1950
Duración: 100 min.
País: Estados Unidos
Director: Robert Siodmak
Guión: Ketti Frings (Historia: Marty Holland)
Música: Victor Young
Fotografía: George Barnes (B&W)
Productora: Hal Wallis Productions / Paramount Pictures
Género: Cine negro. Intriga. Drama.Crimen
Reparto
Barbara Stanwyck, Wendell Corey, Paul Kelly, Joan Tetzel




Se suele opinar que cuanto más versátil es un actor o una actriz, mejor es o más grande nos parece. Como toda norma o regla general, siempre podemos encontrar algunas excepciones: actores como Jack Nicholson, John Wayne, Humprey Bogart o nuestro Arturo Fernández con frecuencia hacen de sí mismos o han creado un personaje a medida que les sirve para la mayor parte de los films en los que intervienen y nos convencen o nos parecen unos monstruos absolutos del cinema; al menos a mí así me lo parecen.


Sin embargo, “El caso de Thelma Jordon” de Robert Siodmak resulta un ejemplo claro de la enorme y amplia capacidad interpretativa de la gran Bárbara Stanwyck, quien nos regala una vez más una creación inolvidable, de esas que calan en lo más profundo.
Pero, vayamos por partes, ya que aparte de la excelente actuación de la Stanwyck, el film posee muchos puntos de interés que conviene destacar.
“El caso de Thelma Jordon” adopta básicamente el formato de cine de género negro por lo que en un principio la trama esencial no parece demasiado original. La manipulación de un hombre por parte de una femme-fatale para conseguir salir indemne de una acción criminal forma parte del argumento de múltiples novelas o películas de género negro o incluso de historias que poco tienen que ver con los policiaco como El ángel azul (1930) de Josef von Sternberg, La abeja reina (1963) de Marco Ferreri o Amantes (1991) de Vicente Aranda, e incluso en comedias teatrales y cinematográficas españolas como La decente (1971) de José Luis Sáenz de Heredia basada en un obra de Miguel Mihura. Dentro del cine policiaco en sí existen múltiples títulos pero quizá los primeros que se vienen a la memoria durante la visión del film de Siodmak sean Perdición (1944) de Billy Wilderr, La Golfa (1931) y La bestia humana (1938) de Renoir, el díptico de Frizt Lang La Mujer del cuadro (1944) y Perversidad (1945) o las distintas versiones realizadas sobre la novela de James M. Cain “El cartero siempre llama dos veces (Tay Garnett, 1946) y (Bob Rafelson,1981). En la mayoría de estos films la mujer es presentada con connotaciones negativas: tremendamente cerebrales, muy frías, mentirosas y manipuladoras; en ningún caso se arrepienten del mal causado o de haber destrozado la vida de sus víctimas, con frecuencia hombres normales y corrientes o detectives que se las dan de listo. Por eso, en estos films el drama y lo policiaco se suelen dar la mano, tal y como sucede en la película que nos ocupa. Sin embargo, Siodmak nos ofrece a través de un espléndido guión firmado Ketti Frings, una serie de variantes muy interesantes y novedosas que dotan al film de una patente originalidad.


En primer lugar, conviene centrarnos en el personaje de Thelma Jordon, interpretado por Barbara Stanwyck. Aunque existe por su parte una intencionalidad clara de manipular al ayudante del fiscal del distrito, para conseguir así la inocencia de un crimen en el que se encuentra implicada, lo cierto es que no se trata de un personaje de una pieza, sino con muchos matices, confundida en sus sentimientos, atrapada por sus contradicciones, dudas o vacilaciones. En ese sentido, si comparamos a Thelma Jordon con la femme-fatale interpretada por la Stanwyck en Perdición podemos afirmar sin riesgo a equivocarnos que ambas representan polos opuestos; una prueba más que evidente de lo grande que es esta actriz, versátil, humana y carnal como ella sola. Thelma no es nada fría, siente y padece e intenta alejarse de un pasado turbulento para conseguir ser una mujer “normal”; incluso llega a sacrificarse por amor y a conseguir su redención. Sin embargo la Phyllis Dietrichson del film de Wilder posee todas las características antes apuntadas que definen a la femme-fatale o a la vampiresa. Los sentimientos que dice experimentar por Walter Neff, el agente de seguros interpretado por Fred MacMurray, son del todo falsos e interesados; sin embargo, Thelma Jordon parece que no lo tiene tan claro. En ese sentido, el espectador siente las mismas dudas sobre sus verdaderos sentimientos que Cleve Marshall, el borrachuzo y amargado ayudante del fiscal del distrito, interpretado con sobriedad por un actor no demasiado conocido Wendell Corey, pero que en líneas generales resulta bastante convincente.

Enlazando directamente con lo anterior, el personaje del hombre manipulado también presenta aspectos muy interesantes, aunque más cercanos al tópico y al lugar común. Quizá lo más destacable de la interpretación de Corey y del personaje en sí es que no provoca en el espectador ningún tipo de compasión o empatía. Desde el comienzo, se nos muestra como un hombre mediocre, poco agraciado físicamente, amargado por un matrimonio que no funciona… por culpa de su suegro!!!, y que provoca más patetismo que pena. Por otro lado, demuestra también que bajo esa capa de apatía y desilusión se esconde también un sujeto bastante inteligente y que conoce bien su oficio, sobre todo las trampas y artimañas más convenientes para librar a su amada de la silla eléctrica.
Otro aspecto muy original tiene que ver con el momento en que comienza el proceso contra Thelma Jordon acusada de homicidio premeditado. El film adopta entonces el formato de drama judicial, pero de nuevo la guionista nos tiene preparada una curiosa novedad. Mientras que en la mayor parte de los films sobre juicios, es el abogado quien se las ve y se las desea para poder demostrar la inocencia de su cliente, en este caso sucede al revés: es el fiscal del distrito – es decir Cleve Marshall, amante de la acusada – quién debe hacer tal cosa, por lo que la acusación debe hacer su trabajo lo peor posible para de así el abogado salga beneficiado y consiga convencer con facilidad al jurado de la inocencia de su defendida. De igual modo, es el propio Marshall quien de forma anónima aporta pruebas o consejos para que éste consiga tal propósito e incluso paga de su bolsillo sus elevados honorarios. Sin embargo, opino que esta idea aunque suculenta y muy prometedora no llega a ser desarrollada del todo, quedando sólo apuntada. Es decir, con dicho planteamiento se podría haber montado una serie de secuencias con diálogos suculentos, divertidos enfrentamientos entre fiscal y abogado… pero no es así.



En ese sentido, Siodmak parece que es un director más de interiores, más intimista poco dado al espectáculo o cargar las tintas para asombrar al espectador. En ese sentido, parece que se maneja mucho mejor en los diálogos de a dos o en las escenas en las que aparecen pocos personajes. De igual modo, demuestra gran habilidad a la hora de manejar escenas en la que suceden dos acciones, una en primer plano y otra en segundo: por ejemplo, Marshall conversa con su jefe y con el mayordomo de la casa, mientras en la ventana de atrás observamos a dos policías analizando las huellas del jardín.


Pero de todos los momentos excepcionales de esta película sencilla pero potente, me quedo con dos: En primer lugar, me gustaría destacar el plano secuencia en el que observamos a Thelma salir de prisión y atravesar la calle, rodeada de periodistas y curiosos con destino al juzgado; destacable por la magnífica planificación y por la belleza de la secuencia en sí. También, el momento en que se describe el misterioso asesinato de la anciana tía Vera y en el Siodmak demuestra su gusto por lo gótico y por los escenarios sombríos.


Por JOSEPH B MACGREGOR

domingo, 13 de octubre de 2013

Greta Garbo, la sueca enigmática


 Greta Garbo, es una actriz fascinante, estupenda, enigmática y con muchísima personalidad, de voz grave y contundente, fue una de las grandes divas y que mayor huella ha dejado en el Hollywood clásico. Nacida como Greta Lovisa Gustafsson el 18 de Septiembre de 1905 en un barrio humilde de Estocolmo, fue apodada como ''La divina'', ''La mujer que no ríe'', ''La esfinge'', ''El rostro más bello del mundo'' o ''La belleza que surgió del frío''. Su vida y su carrera, ha estado rodeada de múltiples rumores, desde una presunta relación sentimental con la actriz alemana Marlene Dietrich hasta su misteriosa decisión de ocultarse para no ser fotografiada (se cuenta que le horrorizaba el hecho de envejecer ante la atenta mirada de sus admiradores) y no de asistir a actos públicos ni fiestas, después de retirarse prematuramente a los 36 años en 1941, se dice que vivió completamente alejada de las multitudes entre Nueva York y su añorada Suecia, como si fuese una ermitaña. Uno de los mayores atractivos de la Garbo, reside en su misterio, pocos la conocían de verdad y ese rasgo de su personalidad, se proyectaba también en sus interpretaciones, pudiendo resultar fría e impenetrable, por eso cuando se estrenó una de sus mejores películas ''Ninotchka'' (donde está magnífica) chocó verla sonreir por primera vez en pantalla, en la cinta, se muestra más relajada, divertida, desenfadada y menos encorsetada que nunca, confirmando que pese al habitual rictus serio de su gélido rostro, también puede encajar perfectamente en una comedia del genio Ernst Lubistch (la propia Greta, citó a esta genial película, como su favorita). Se cuenta que la Garbo tenía miedo de fracasar en un registro cómico y que incluso se planteó dejar de actuar pero el film resultó un éxito, aunque pocos años después de esta película, finalmente, se retiró. Su prematuro retiro, engrandeció todavía más la leyenda de esta actriz única, el interés por su figura nunca decreció.

 “Me gané la vida por ser joven, por contener la belleza natural. Estuvo muy bien parar a tiempo. Hay gente que va demasiado lejos. Envejecí rápido. Eso es lo que América provoca. Por eso me gusta estar en Klosters (Suecia), en las montañas. Cuando respiro este aire, me parece que el tiempo se detiene. Es como si volviera a tener fuerzas”

Greta a los 14 años.

Antes de ser actriz, realizó pequeños oficios, de peluquera y dependienta de unos grandes almacenes concretamente, porque al morir su padre, no tuvo más remedio que dejar la escuela a los 14 años y ponerse a trabajar para ayudar a sacar adelante a su familia. Debutó en su Suecia natal, de la mano de su descubridor el director sueco Mauritz Stiller, que la había visto anteriormente en cortos comerciales, fue descubierta en la Real Academia de Arte Dramático de Estocolmo, este cineasta se encargó de reinventarla como estrella de cine cuando trabajó bajo sus órdenes en los inicios de su filmografía y fue el responsable de cambiarle su apellido por Garbo. Su primer papel se produjo dando vida a una joven condesa italiana en ''La leyenda de Gosta Berling''. La Garbo aterrizó en Hollywood de la mano de la MGM, la productora no sabía muy bien que papeles serían adecuados para esta singular actriz, hábilmente Mauritz Stiller le echó una mano, consiguió que la revista Vanity Fair publicase una foto de la Garbo, donde se apreciaba su indiscutible fotogenia, su gran maniobra promocional funcionó y dio importantes resultados: aumento de sueldo y su primer protagonista en Estados Unidos: ''El Torrente''. Mauritz Stiller, había sido contratado junto a Greta Garbo por esta productora, tenía la intención de hacer películas con su musa como protagonista en Hollywood, pero su deseo no se cumplió, mientras su protegida triunfaba, la MGM lo echó sin miramientos y se vio abocado a volver a Suecia, falleciendo poco después, la Garbo al conocer la fatídica noticia, quedó muy afectada, ya que fue un amigo y una pieza fundamental en su trayectoria artística, la persona clave que confió en ella y la moldeó como actriz.
Greta empezó su trayectoria en la última etapa del cine mudo, pero cuando tuvo que dar el salto al sonoro, resultó un paso complicado para ella, al poseer un fuerte acento sueco, que se notaba en sus primeras películas, especialmente en la versión sonora de ''Anna Christie'', aunque no importaba ya que interpretaba a la hija de un inmigrante sueco. Su fuerte acento sueco fue un obstáculo durante la mayor parte de su carrera sonora, le limitó considerablemente, al verse obligada a interpretar personajes casi siempre extranjeros, ella misma se quejaba de que le llegaban pocos papeles realmente interesantes. Se prodigó generalmente en el melodrama y en el drama histórico. Este hecho, no impidió, que fuese reconocida ampliamente por público, crítica e industria. Era una intérprete sutil e intensa, con una presencia escénica apabullante e inolvidable.


La MGM, en su etapa muda pretendía vender a la Garbo, como la encarnación del erotismo exótico, se la encasilló en papeles de mujer fatal pero en su etapa sonora, fue donde pudo dar un puñetazo en la mesa y encaminar su trayectoria hacia otro tipo de personajes, aunque con una sensualidad latente.
De belleza personalísima, elegancia innata, talento inigualable y gestualidad muy medida, con unos impresionantes ojos azules y una desgarbada figura, solía dar vida a mujeres complicadas, temperamentales e indomables. Fue la mejor Anna Karenina que ha dado el séptimo arte, también realizó trabajos muy notables en ''Anna Christie'', ''La dama de las camelias'' y ''La Reina Cristina de Suecia''. El papel con el que se despidió del cine, fue el que realizó en la floja comedia ''La mujer de dos caras'' dirigida por el gran George Cukor, que resultó un auténtico fracaso aunque ella como siempre, está convincente. Fue nominada en cuatro ocasiones a los Oscars, pero nunca lo ganó por un papel en concreto, en 1955 le dieron el premio honorífico, el cual rechazó recoger e incluso mandar un mensaje de agradecimiento, fue la mujer de su antiguo agente quien lo recibió en su nombre, la Garbo no lo tendría en su poder hasta dos años después. Realizó un total de 25 películas.

«Mi vida ha sido una travesía de escondites, puertas traseras, ascensores secretos, y todas las posibles maneras de pasar desapercibida para no ser molestada por nadie».


Su relación amorosa con Marlene Dietrich, supuestamente se fraguó en Alemania en 1925, durante el rodaje de una película muda llamada ''Bajo la máscara del placer'' de Georg Wilhelm Past, antes de que ambas hubiesen alcanzado el éxito internacional, contaban con 19 años  y 23 años respectivamente, la desenhibida estrella alemana en aquella época era una bailarina en cabarets y se comenta, que presentaba a la tímida Greta Garbo como su novia, posteriormente, cuando las dos se hicieron famosas, siempre negaron el simple hecho de conocerse personalmente, al parecer, mantuvieron una guerra encarnizada tanto personal como profesional. Públicamente la Dietrich, aficionada a dar titulares polémicos, hizo unos comentarios desafortunados donde ponía en duda la higiene personal de la Garbo y daba detalles íntimos del clítoris de Greta, aunque nunca aclaró como conocía dichos datos, su actitud enfureció a la Garbo, aparentemente no fueron sólo estas palabras hirientes puntuales, si no, que la Dietrich se burlaba de ella siempre que podía entre sus conocidos, acusando a Greta de ser estrecha de mente y provinciana, solía referirse a ella de manera despectiva, Greta que valoraba mucho la lealtad y la discreción en sus amigas, se sintió traicionada por la persona que supuestamente la sedujo en Alemania y su odio y envidia hacia ella, iban aumentando. Se rumoreaba que ambas eran bisexuales y que pertenecían al ''Círculo de la costura'', en el Hollywood clásico, hacía referencia a un grupo secreto que englobaba a las mujeres homosexuales o bisexuales del mundo del espectáculo, supuestamente, formaban parte de él, la propia Greta, Marlene Dietrich, Joan Crawford o Barbara Stanwyck, entre otras. Este grupo mantenía su condición de oculto, por el código de conducta moral imperante en aquellos tiempos, donde las estrellas estaban obligadas por contrato a comportarse según se les exigía, a no dar escándalos básicamente. La Garbo nunca se casó ni tuvo hijos, aunque se tiene constancia de que mantuvo supuestos affaires con hombres, al fallecer, legó su fortuna a una sobrina. Se asegura que durante el rodaje de ''Gran Hotel'' quedó impresionada por la belleza de la excelente Joan Crawford e intentó seducirla, como supuestamente quedaría también cautivada por Deborah Kerr o Zsa Zsa Gabor, entre otras.


''Garbo tenía algo en la mirada que no podías ver hasta que la fotografiabas de cerca. Podías leer sus sentimientos''. Clarence Brown. 


En 1951, ya retirada del cine, se hace ciudadana americana, durante los últimos años de su vida, nunca fue olvidada por su público y los paparazzis la asediaban a menudo intentando captar alguna fotografía suya en su vejez, ella se ocultaba con gafas oscuras y sombreros que ocultaban su rostro, tantas precauciones no evitaron que se la fotografiara en varias ocasiones, incluso en 1976 fue pillada por la revista People, publicaron unas fotos de ella, nadando desnuda, dichas instantáneas fueron captadas con teleobjetivo.
Siempre hubo rumores, tanto falsos como con alguna base real, que especulaban sobre su posible retorno a la gran pantalla. La Paramount, la Fox y la Warner la querían e intentaron tentarla con nuevos proyectos, pero ella nunca regresó. Tras su apariencia de mujer fuerte e independiente, se escondía una persona tremendamente frágil, que nunca llegó a sentirse cómoda en el mundo del cine (muy hermética en cuanto a su vida privada rozando límites enfermizos, se negaba a firmar autógrafos, aborrecía las premieres o vetaba las entrevistas), acostumbrada a una vida más tranquila y anónima. Su mito y su belleza se elevaban por encima de su talento, aunque fue sin duda, una gran e inclasificable actriz. Era una intérprete muy perfeccionista y severa consigo misma y fácilmente irascible con el equipo, para concentrarse y poder rodar las escenas más complicadas a nivel emotivo de sus películas, exigía quedarse sola con el operador de cámara y su iluminador personal, echando incluso al director de cada cinta.

Garbo y Melvyn Douglas en ''Ninotchka''

El 15 de Abril de 1990 falleció, víctima de un síndrome renal, complicado por una neumonía. Contaba con 84 años.      


Un biopic sobre Garbo que nunca ha llegado a estrenarse


Desde 1978, estando todavía viva la legendaria Greta Garbo, empezó a plantearse la posibilidad de adaptar al medio cinematográfico la apasionante vida de esta mítica actriz, lo más cercano a un biopic sobre su figura, al menos parcialmente, fue el telefilm ''The Silent Lovers'' (que relataba el romance entre ella y John Gilbert, ambos fueron compañeros de reparto en la estupenda ''La reina Cristina de Suecia''), tercera entrega de la miniserie sobre Hollywood ''Moviola'', que a su vez, estaba basada en la novela del guionista y dramaturgo Garson Kanin, las otras dos partes, estaban dedicadas a Marilyn Monroe (''This Year's Blonde'') y al publicitado casting para escoger a la protagonista de ''Lo que el viento se llevó'' Scarlett O'Hara, uno de los papeles femeninos más deseados de la Historia del Cine (''The Scarlett O'Hara War''). En ''The Silent Lovers'', la única actriz que tuvo la oportunidad de oro de interpretar a Garbo, fue la sueca Kristina Wayborn, tres años después trabajaría en ''Octopussy''. Dicha intérprete, con los años ha caído en el ostracismo.

Como comentaba en líneas anteriores, el primer intento de realizar un biopic sobre la Garbo se produjo en 1978, el proyecto nació en Francia de la mano del director Jacques Rouffio, conocido en aquella época gracias al éxito de su cinta ''Siete muertes por prescripción facultativa'' (1975). Dicha película, tomaría como base para construír su guión, la biografía de la estrella escrita por el escritor polaco afincado en Estados Unidos Antoni Gronowicz, pero el libro no consiguió publicarse antes del fallecimiento de la intérprete y el proyecto no vio la luz finalmente, porque el director insistía en que Garbo diese el visto bueno a esta producción. Las actrices que se barajaban para encarnar a la sueca fueron: Romy Schneider, Isabelle Adjani e Isabelle Huppert. Se rumoreaba, que a Garbo le entusiasmaba la idea de que la austríaca y magnífica actriz Romy Schneider la interpretase, ya que era una gran admiradora suya.                              

En 1988, se retomó la idea para llevar a cabo el ansiado biopic, a raíz, de que una revista americana, asegurase que la Garbo alabó de manera íntima a Michelle Pfeiffer, comentando, que le encantaría que fuese la elegida para interpretarla en la gran pantalla, admiraba profundamente el trabajo de la que en aquellos tiempos, era una prometedora actriz. No trascendió nada más, hasta 1993, cuando circuló un rumor que apuntaba a que Jane Seymour estaba muy interesada en dar vida a su ídolo desde la infancia. Dos años después, volvería el rumor, pero en esta ocasión, con Uma Thurman de candidata. En realidad, a esta actriz, siempre le ha interesado el hecho de poder interpretarla. Las noticias sobre el biopic de la Garbo con la Thurman a la cabeza, se han sucedido a través de los años, de hecho, hasta 2007, todavía se seguían publicando rumores con ella como protagonista.
Lo cierto, es que pese a los incesantes rumores sobre un biopic sobre la Garbo, ningún proyecto ha llegado a buen puerto, de momento, es uno de los tantos proyectos que Hollywood ansía rodar por su notoria atracción por los biopics, que continúan en tierra de nadie, sin atisbos de rodaje inminente. A título personal, de las actrices que supuestamente se han barajado para interpretarla, creo que las más adecuadas, hubiesen sido Michelle Pfeiffer, Isabelle Huppert o Uma Thurman, ya que las tres, además de poseer esa belleza con carácter, rasgos físicos similares y talento necesario, tienen esa frialdad característica que acompañó a la Garbo durante su corta pero interesante carrera.    

martes, 8 de octubre de 2013

''Winchester 73'' (Anthony Mann, 1950)


 Historias circulares en el Lejano Oeste


 Primera incursión de Anthony Mann en el western y primera obra maestra suya en el género. Ese mismo año, Mann estrenaría otros dos westerns apreciables pero que no poseen la maestría de este mítico título, dichos westerns son: La puerta del diablo y Las Furias. Es también el primer western relevante de James Stewart, que había rodado historias ambientadas en el oeste, pero sin la fuerza y el brillo de este primer western de Mann. 




Lo primero destacable de la película es su magnífico guión, confeccionado por Robert L. Richards y Borden Chase, en el que Mann intervendría sobre todo para dotar a la película de un sentido visual más compacto*. La historia está estructurada a modo de relato circular e itinerante con una importante carga trágica, muy del gusto del realizador.


Los personajes aparecen y desaparecen casi como fantasmas envueltos en un paisaje rocoso y desértico. Por otra parte, la feroz disputa por el preciado rifle del título, no es si no una excusa, un detonante para iniciar el relato de forma explosiva. Dicho relato integra diferentes historias con agilidad y condensación mediante el hábil uso del montaje continuo (alterno y de la elipsis).



 Podría atreverme a decir que aglutina casi todo el género a través de sus personajes: un sheriff mítico (Wyatt Earp), bandidos, indios, militares, una pianista de salón, un antihéroe y su fiel acompañante, ¿se puede pedir más? y todas esa historias contadas en un metraje de apenas hora y media.


Aparte de todo ésto, la película posee una espléndida calidad técnica en todos los aspectos relativos a la imagen. Rodada casi íntegramente en exteriores, concretamente en Tucson (Arizona) y fotografiada por William H. Daniels, prolífico director de fotografía de títulos míticos como Avaricia, Ninotchka o La dama de las camelias entre otros y que modula perfectamente la luz sin acudir a los contrastes expresionistas de otras obras de Mann, por otro lado tenemos la sensación de que el ángulo y el encuadre están perfectamente escogidos, a lo que se une la medida alternancia del travelling y el plano fijo, que dotan a la película de un ritmo perfecto.


Se trata además de un relato coral, de aventuras con dos motores nada honorables: por un lado, la venganza y por otro, la riqueza y la lujuria, ya que Mann construye a los personajes alterando levemente los arquetipos clásicos del género, a través de un tratamiento realista y con un protagonista nada heroico. Todos ellos, se desenvuelven en una naturaleza que funciona como un ingrediente dramático más, un obstáculo más al que los personajes tienen que enfrentarse a lo largo de toda la película.



El reparto es magnífico, aunque el protagonista es James Stewart todos los demás actores encarnan papeles importantes, así tenemos a Shelley Winters encarnando a Lola la deseada pianista, Dan Duryea (villano por excelencia), Stephen McNally, Rock Hudson (¡interpretando a un indio!), Tony Curtis y los veteranos John McIntire y Mirrald Mitchell que volverán a trabajar con Mann.


En fin, una gran película que respira credibilidad y autenticidad. Clásica, sencilla, elegante, intensa y sobre todo emocionante y entretenida, en definitiva, un western extraordinario y de imprescindible visionado.


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*''Es importante no olvidar jamás que cuando se hace un western, las imágenes son más importantes que el diálogo'' .
(Anthony Mann)
(Extrato de una entrevista realizada por Charles Bitsch y Claude Chabrol en Cahiers du Cinema, Número 69, página 6, Marzo de 1957)


 NOTA: 10. 


Por Juan Murillo Bodas.

 

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