sábado, 18 de octubre de 2014

Frank Borzage, sensibilidad, amour fou y maestría



 Cuando hacemos balance acerca del melodrama, lo más lógico es citar a Douglas Sirk, posiblemente el maestro indiscutible de este sentimental e imprescindible género desde los albores del séptimo arte, pero es de justicia, rememorar a otros grandes nombres que también contribuyeron ampliamente a engrandecerlo y hacerlo evolucionar, entre los que se especializaron en él, cabe destacar, a John M. Stahl, Leo McCarey, Max Ophuls, William Wyler, Luchino Visconti, Michelangelo Antonioni, Elia Kazan, François Truffaut, John Cassavetes, y a otros tantos, que con el paso del tiempo, han quedado más ensombrecidos, pero que merecen estar al mismo nivel de los más grandes, como Robert Mulligan, Valerio Zurlini, Anatole Litvak, Claude Sautet o el caso del que nos ocupa en esta ocasión, Frank Borzage. La lista sería muy extensa si nos ponemos a realizar un repaso exhaustivo de nombres, he mencionado a esos cineastas, que personalmente, me enamoran e hipnotizan con su cine.

Marlene Dietrich y Gary Cooper con Frank Borzage en el set de ''Deseo''.


Frank Borzage, fue sin duda, uno de los grandes cineastas del mejor melodrama clásico, aunque su obra no ha sido lo suficientemente aplaudida por público y crítica con el paso del tiempo -la crítica lo acusaba de ser un director demasiado blando y sentimental, un caso similar a Frank Capra, con el cual, su obra guarda algunas similitudes evidentes, ambos lanzan una mirada tierna, se podría decir que un tanto ingenua, sobre el mundo que les rodea, aunque los dos, poseían un espíritu y una vertiente crítica en lo referente a lo social y político, pero es cierto, que en sus filmes, predominaba una visión romántica y algo idealizada acerca de la vida y el amor-, es por tanto, un gran desconocido, que merece una pasional reivindicación por su sensibilidad, maestría técnica y versatilidad. Su etapa silente, es maravillosa, derrochando brillantez, hermosura y oficio, a todos los niveles -en lo técnico, en lo visual, en lo interpretativo...-, sus trabajos están visiblemente influenciados en el aspecto visual por el expresionismo alemán. En su época fue uno de los directores más importantes y populares. Es a finales de los años 20, cuando firma cuatro portentosos y singulares poemas visuales dedicados al amor en su esencia más pura y genuina -las espléndidas ''El ángel de la calle'', ''El séptimo cielo'', ''El río'' y ''Estrellas dichosas''- y alcanza la gloria, ganando dos Oscar -en 1929 por ''El séptimo cielo'' y en 1931 por ''Bad girl'', ambos como mejor director-. Su paso al sonoro, hace que su cine adquiera un tono más realista, menos ensoñador. En sus películas habladas, mantiene un nivel medio bastante digno, aunque sin llegar al nivel de excelencia de su etapa muda, con títulos tan notables como ''Tres Camaradas'', ''La hora radiante'', ''Tormenta mortal'', ''Moonrise'' o ''Extraño cargamento'', por citar solamente algunos -su filmografía abarca una friolera cercana a los 100 títulos-. Los actores y las actrices lo adoraban, debido al ambiente de cercanía y respeto que creaba en los rodajes. Tres intérpretes esenciales en su filmografía fueron, sin duda: Janet Gaynor -la primera actriz premiada con un Oscar en 1929 y con la curiosidad de ser reconocida por tres trabajos, ''El séptimo cielo'' y ''El ángel de la calle'' ambas de Borzage y por ''Amanecer'' de Murnau- y Charles Farrell en su etapa muda y en la sonora, Margaret Sullavan -a la cual, le consiguió su única nominación al Oscar por su estupenda y sentida interpretación en ''Tres Camaradas''-.

Frank Borzage y su musa en su etapa muda Janet Gaynor fueron los primeros premiados con un Oscar en la categoría de actriz principal y director, sendos galardones por ''El séptimo cielo'', una de las cumbres indiscutibles del cine de Borzage, una obra de una belleza arrebatadora.


No se limitó exclusivamente al melodrama, prodigándose en géneros tan dispares como el bélico, la comedia romántica, el western o el noir, resueltos generalmente con admirable acierto, pero en el terreno melodramático, demostró una solvencia mayor y sentirse más cómodo en su discurso narrativo, el melodrama tiene una evidente predominancia en su extenso legado artístico. El melodrama ''made in Borzage'' se caracteriza por una cautivadora calidez, un romanticismo sin concesiones y un gran pulso narrativo. Poseedor de un formidable lenguaje cinematográfico, que podría definirse como vibrante, audaz e íntimo, esto unido a una fotografía deudora del expresionismo alemán, que crea una atmósfera de irrealidad, como de cuento de hadas -especialmente notoria en sus obras silentes, ''El ángel de la calle'' está fuertemente influenciada por las películas de Murnau, en lo referente a la iluminación tan especial que contiene-.

Frank Borzage, premiado con el Oscar al mejor director en 1929 por ''El séptimo cielo'' y en 1931 por ''Bad girl''.


Nacido en 1893, de origen italiano, austríaco y suizo, Frank Borzage era uno de los 14 vástagos de Luigi Borzage -minero de profesión- y María Ruegg, sus padres emigraron a Estados Unidos desde Austria. De los catorce hijos, ocho superaron la infancia, el resto murieron prematuramente. Además de Frank Borzage, sus hermanos Lew y Danny se dedicaron también al mundo del espectáculo, el primero se convirtió en un respetado asistente de dirección y el segundo, en actor.
Frank Borzage llega al cine como actor en 1911 -anteriormente, fue un reputado intérprete teatral-, contratado por Thomas H. Ince, termina protagonizando varias películas y haciéndose popular. Es a partir, de 1915, cuando debuta en la dirección, rodando algunos westerns y en los cuales también actuaba, ya en esos primeros trabajos, Bozarge comienza a dejar constancia de un perfeccionismo que le acompañaría durante toda su carrera, cuidando todos los detalles, como el tratamiento de la imagen o la dirección de actores, etc.

Janet Gaynor y Charles Farrell en ''El séptimo cielo''.


Su primer gran éxito detrás de las cámaras, llega con el estreno de ''Humoresque'' en 1920, en el cual, deja entrever, su delicadeza y buen hacer para el melodrama -un género difícil de dominar, ante la facilidad de cargar las tintas del sentimentalismo y así, edulcorar hasta límites insoportables cualquier historia de amor-. El estilo de dirección de Bozarge se distanciaba de muchos de los excesos de los directores de la época, su puesta en escena era sobria y sutil, pero al mismo tiempo, sus filmes destilan un romanticismo muy especial. Su principal táctica era crear un ambiente de intimidad y confianza con los actores. El tema central de la obra de Borzage es el amor con un halo onírico en sus historias -especialmente patente en su etapa muda-, pero en sus obras también subyace un erotismo sugerido, no mostrado abiertamente. Fue uno de los pioneros del cine clásico, en mostrar la anatomía masculina desde la perspectiva de la mujer.





Frank Borzage era un director muy minucioso, retratando no solamente magníficamente un tema universal como es el amor, si no, también, reflejando la pobreza y la crisis de una sociedad. En los años 30, su obra se volvió todavía más ecléctica, incursionando en comedias románticas por ejemplo, pero siempre llevándolas a su terreno -Borzage, contando con más o menos libertad creativa, mantuvo siempre su identidad artística, el denominado ''toque Borzage''-. En el cine de Borzage, hay que destacar varios elementos curiosos: su gusto por las escaleras, las metáforas, los recurrentes primeros planos de los rostros de sus intérpretes, etc. Y dos virtudes: su ausencia de cinismo y la confianza en el espectador -haciéndolo participe de cada película suya y no dándole todo masticado, retándole-. Frank Borzage es un director muy emocional, pasional, lírico, poético e intenso, pocos como él, supieron plasmar el amor con mayúsculas en la gran pantalla y de ese modo, elevar sus pasionales historias de amor -en muchas ocasiones- a la categoría de ''mágicas''. En la fase con el cine mudo que atravesó su cine, gozó de una libertad sin precedentes para la época, a partir de los años 30 tuvo que lidiar con la censura y su obra, fue mutando, pero en el fondo, seguía siendo fiel a sí mismo y a su universo tan personal y único, pese a las limitaciones del Hollywood del sistema de estudios. Durante los años 40, su carrera y su vida entraron en un gran declive, empezó a realizar películas olvidables y a rodar filmes de bajo presupuesto con Republic Pictures. Borzage atravesaba un período personal bastante duro, debido a su alcoholismo y al fracaso de su matrimonio con su primera esposa, la actriz Rena Rogers. Se casó dos veces más y finalmente encontró la felicidad, pero Rena marcó su vida y obra -se comenta, que inspiró a sus heroínas cinematográficas-. Borzage fallecería en 1962, a los 68 años, debido a un cáncer.

Janet Gaynor y Charles Farrell en ''El ángel de la calle''.

domingo, 14 de septiembre de 2014

James Stewart, la representación cinematográfica del buen americano (+ 10 películas esenciales y 2 reivindicables) (II)

 Continuamos con nuestro especial sobre la magnífica carrera del inmortal y polivalente James Stewart. A continuación, os ofrecemos la segunda y última parte. Muchísimas gracias a todos los que habéis colaborado con vuestros estupendos artículos.


P.D. A todos nuestros lectores, os comunico que podéis leer la primera parte, aquí.


''Caballero sin espada'' (Frank Capra, 1939)
   Por Anna Montes Espejo.






 La única victoria posible


  Empecemos de manera tópica: podríamos decir que Mr. Smith goes to Washington (Frank Capra, 1939) es una película idealista, inocente, ingenua, patriotera, y hasta maniquea. Y ya sí entramos a valorar la exaltación de la infancia que hace -tan solo de niños, no de niñas-, no puede ser más demagógica. Y sí, en parte tendríamos razón. Pero continuando el tópico, no lo es, y no lo es gracias a James Stewart, que supo ajustarse perfectamente a la concepción de la actuación que demandaba Capra, la desnudez del hombre ante la cámara, la naturalidad aparentemente sencilla y libre de cualquier preparación previa.
Un joven Stewart, de 31 años, en sus inicios en el cine, era perfecto para interpretar a Jefferson Smith, uno de sus predilectos papeles románticos —no amorosos, románticos—. Este era un guardabosques de un pequeño pueblo del sur de Estados Unidos, escogido por el partido de la zona para ser senador en Washington. El mayor problema es no saber ver más allá de la pátina.
Smith y la expresión “hombre de paja” era una unión tan evidente que caía en pleonasmo para el partido. Luchar por las causas perdidas solo merece una risotada. Y era tan fácil de engañar, tan bueno, que resultaba obsceno atreverse a ello, pero el senador Paine (Claude Rains) se lo puede permitir, ¿qué importa ya dar otro paso más en el camino de la indignidad, y además, predisponer a tu hija (Astrid Allwyn) a la misma concepción del éxito? Qué doloroso.
 
 
Desde luego el argumento se complica en el aspecto político, mostrando la corrupción que existe desde sus mismos cimientos, hasta en el uso de los medios, ya brutal para los años 30. Pero no nos entretengamos con las brumas, Jefferson se merece mucho más; por ello, y aunque parezca banal, no utilizo para referirme a esta película la cacareada traducción española, Caballero sin espada, ya que, por lo menos, evidencia una concepción errónea o maliciosa de lo que significa ser un “caballero”.
Mr. Smith goes to Washington nos plantea un conflicto propio de la condición humana, por eso mismo consigue trascender más allá de la anécdota, más allá del continuo ridículo de Smith y de la vertiente publicitaria del ideario estadounidense. Muy hábilmente, Capra sitúa al espectador en la perspectiva de los antagonistas del film, todos somos Saunders (Jean Arthur), unos desengañados y desilusionados de la vida; a todos nos ha costado mucho trabajo, demasiadas lágrimas y el desarrollo de unas tragaderas de la hondura del pozo de las Danaides, llegar a dónde estamos, ser quién somos; o mejor, amoldarnos a las circunstancias y tratar de encajar con las personas con que nos hemos topado… No somos infelices, pero ¿somos felices? ¿Nos conformaríamos con Diz (Thomas Mitchell), para vivir siempre mareados?
Jefferson era una “ventana llena de sol” que consiguió que la realista Saunders volviera a soñar, volviera a ser la cándida Clarissa, y es justamente gracias a ella que consigue estar al mismo nivel que sus cínicos enemigos, es tan simple como agarrarse a los recovecos de las trampas de la ley, pero Mr. Smith no cae en la ilegalidad, solo se aprovecha de los estrechos márgenes que la política deja al ser humano, para que este lo sea.
De acuerdo, el final es un “happy ending” en toda regla, y ya no hablemos del abuso del quijotismo, ¿pero no debería el mundo ser así? ¿Por qué nos extraña que ganen los justos y los buenos? Tal vez la respuesta que demos a esa pregunta, si no la consideramos retórica, debería horrorizarnos, más que hacernos sentir superiores, gracias a nuestros ideales y valores aplastados por el sarcasmo y la sangre fría de los crueles.
¿Y por qué la constante inclusión de la autora y el lector en esta reseña? Porque James Stewart y Jefferson Smith consiguen devolvernos la sensibilidad y el deseo de ser justos, sin ningún miedo a las consecuencias.


''El bazar de las sorpresas'' (Ernst Lubitsch, 1940) 
  Por Ana Igareta Gómez.



 “El bazar de las sorpresas” se encuadra en un año mítico para el cine y las comedias norteamericanas, 1940. En ese año también se estrenaron “Historias de Filadelfia” de George Cukor (con Jimmy Stewart también en el reparto), “Luna Nueva” de Howard Hawks, “El Gran Dictador” de Charles Chaplin, “Las uvas de la Ira” de John Ford, “Rebeca” de Alfred Hitchcock, “La Carta” y “El Forastero” de William Wyler, “El halcón del Mar” de Michael Curtiz o “Tormenta Mortal” de Frank Borzage.  Casi nada.
“El bazar de las sorpresas” puede parecer una película “típica” dentro de la carrera de James Stewart en su período anterior a la Segunda Guerra Mundial. Casa con su imagen de chico corriente, tierno, inocente y retraído forjada, para el gran público, a raíz de sus exitosas colaboraciones con Frank Capra -“Vive como Quieras” (1938) o “Caballero sin espada” (1939)-.  Pero, curiosamente, parece “atípica” dentro de la filmografía de su director, Ernst Lubitsch. Está lejos de la imagen cinematográfica de cínico ingenioso y sofisticado que tenía el director. Sus protagonistas no son los típicos aristócratas y bons vivants de sus películas anteriores sino gente corriente trabajadora, de clase media. Cuando se le preguntaba a Lubitsch cuál de sus películas era su favorita, de la que se sentía más satisfecho, siempre decía  “El bazar de las sorpresas”. La gente que le conocía y que le quería la considera la película más cercana al Lubitsch hombre, el mejor compendio de lo que él era y de lo que él quería. Lo que nos dice mucho de la imagen algo desnaturalizada que tenemos de Lubitsch, quizá basada exclusivamente en su cine sonoro, el más conocido y difundido. En realidad, “El Bazar de las sorpresas” es una película que tiene mucho de Lubitsch, es una película muy personal. La más personal, probablemente. Parte de sus experiencias como tendero en su juventud en su Berlín natal y también refleja alguna de las amarguras de sus últimos años, a través de un tema especialmente doloroso para él como es el del adulterio. Vista desde fuera podríamos decir que “El bazar de las sorpresas” es la película más Capra de Lubitsch. Y en este sentido, evidentemente, la presencia de James Stewart no es un elemento casual.



El propio Lubitsch reconocía que mientras co-escribía el guion con Samson Raphaelson (adaptación de la obra del dramaturgo húngaro Miklós Laszlo, Parfumerie), ya pensaba en James Stewart como protagonista, por su gracia instintiva como actor pero, sobre todo, porque le consideraba la antítesis del ídolo del público de antaño: Stewart cautivaba al público por su pose no seductora, por su aspecto de normalidad. A favor estaba el hecho de que Stewart se encontraba en nómina de la Metro, estudio con el que Lubitsch había firmado para realizar dos películas tras su ruptura con su estudio de “toda la vida”, la Paramount, a raíz del fracaso comercial de “La octava mujer de Barbazul” y de “Angel”, paradójicamente, dos de sus mejores películas. Stewart venía de sus grandes éxitos con Frank Capra que le habían hecho emerger y convertirse en uno de los actores del momento. Y se reencontraba en la película con una de sus más habituales y queridas partenaires, Margaret Sullavan, amiga de sus inicios en el teatro universitario y exmujer de su gran amigo Henry Fonda. Y con quien ya había dado anteriores muestras de buena química en pantalla.
La historia que nos cuenta la película es muy sencilla: la vida y relaciones humanas que se desarrollan en el diminuto universo de unos pequeños almacenes situados en una esquina del barrio comercial de Budapest. Es la historia Matuschek y cia. pero, sobre todo, la particular historia de amor que surge entre dos de sus trabajadores: el encargado de la tienda Alfred Kralik (Stewart) y Klara Novak (Sullavan), la empleada recién llegada. Kralik y Klara han estado escribiéndose cartas de forma anónima, sin saber quién es en realidad el otro, y se han enamorado de la imagen idealizada que se han formado de la otra persona a través de las cartas. En el día a día en la tienda, apenas se soportan. Kralik es un tipo tímido, honrado, minucioso y sincero. Klara una muchacha resuelta, decidida y poco diplomática. Por medio, enredándolo todo, está la historia de la traición adúltera que sufrirá el Sr. Matuschek (Frank Morgan), el arbitrario pero inseguro dueño de la tienda, con otro de los empleados, el intrigante y servil Vadas de por medio y el paralelo ascenso del descarado y ambicioso chico de los recados Pepi (William Tracy).
El guion y los diálogos son agudos e hilarantes. La atmósfera y la concatenación de las situaciones son perfectas. Lo mismo que las interpretaciones y el trabajo de dirección de Lubitsch. El resultado es una de las películas más emocionantes y deliciosas de la historia del cine.
Quizá ésta no esté considerada como una de las grandes interpretaciones de la carrera de James Stewart pero, sin duda, “El bazar de las sorpresas” es una de sus mejores películas. Y Stewart está perfecto como ese recto, tímido, honesto y patoso Alfred Kralik. Da absolutamente el perfil del personaje pudiendo hacer gala de toda esa maravillosa gestualidad facial que le hacía estar especialmente dotado para este tipo de personajes y comedias. Tal vez es un papel en el que le hemos visto, en cierto modo, en otras películas, y Lubitsch  aprovecha sus demostradas cualidades para este tipo de personajes. Nada de esto evita reconocer su deliciosa interpretación.
La película se rodó en veintisiete días con un coste total de 474.000 dólares. Se estrenó en enero de 1940 y acumuló una recaudación neta mundial de 1,3 millones de dólares. No fue un gran éxito pero tuvo una cálida acogida de crítica y de público. La película ha ido creciendo y ha sido revalorizada con el paso de los años. Cuando se reestrenó en Francia en 1986 estuvo en cartel más de sesenta y seis semanas en París, convirtiéndose en el reestreno más exitoso de la historia de Francia. El año pasado la pudimos ver en pantalla grande en Madrid con motivo del ciclo dedicado a Samson Raphaelson y Lubitsch que realizó la Filmoteca Española y, también, el Círculo de Bellas Artes. Olvidemos, de paso, ese engendro de remake protagonizado por Tom Hanks y Meg Ryan.



''Historias de Filadelfia'' (George Cukor, 1940)
   Por Javier Belda Puig.




  En 1938 Katharine Hepburn era considerada veneno para la taquilla, a pesar de que sus dos ultimas películas "La fiera de mi niña" y "Vivir para gozar" ahora sean consideradas obras maestras de la comedia. El caso es que Kate dirigió sus energías hacia Broadway, el dramaturgo Philip Barry, amigo de la actriz le enseñó el borrador de " Historias de Filadelfia" en el que el papel femenino protagonista estaba escrito especialmente para ella. La obra se estrenó el 29 de marzo de 1939 en el Shubert Theatre de Broadway, Joseph Cotten seria C.K. Dexter Haven y Van Heflin (que luego se sentiría muy desilusionado al no conseguir el papel en el cine) seria Macaulay "Mike" Connor. Fueron 417 representaciones y supusieron el mayor éxito de la Hepburn en Broadway, por lo tanto era de suponer que los principales estudios cinematográficos pujasen para adaptarla a la gran pantalla. La MGM hizo la mejor oferta, pero Kate había puesto unas condiciones al tener los derechos, ella sería la protagonista y daría el visto bueno al director y a su  protagonistas masculinos, se pensó en principio en tener a Clark Gable como Haven y Spencer Tracy como Connor pero no estaban disponibles, Kate dio el visto bueno a George Cukor como director y a Cary Grant, al que se le dio a elegir el papel, se quedó con el de Haven y no puso objeción a Stewart como Connor, a ello se unieron Ruth Hussey, John Howard, Roland Young, John Hallyday entre otros.
Se rodó en 8 semanas y el productor de la película fue Joseph Leo Mankiewicz, que luego seria uno de los grandes guionistas y directores, con películas como "Eva al desnudo", "La condesa descalza", "Carta a tres esposas" o "La Huella".
 
Recordemos un poco la sinopsis de la película:
  Tracy Lord, miembro de la alta sociedad de Filadelfia, está en vísperas de contraer su segundo matrimonio, esta vez con un rico magnate del carbón, George Kittredge. La revista "Espía" desea publicar un artículo escandaloso sobre el padre de Tracy, Seth Lord, y sus asuntos indiscretos. El editor de la revista hace un trato con el ex marido de Tracy, C.K. Dexter Haven, que les ofrecerá la cobertura completa de la boda a cambio de silenciar las aventuras del señor Lord. El reportero, Mike Connor , se presenta en la casa con una fotógrafa Liz Imbrie, y con su sarcástico ingenio preparado para dejar al descubierto las pretensiones de los ricos. 
James Stewart da una lección de interpretación con gestos, miradas y esa manera de hablar como tartamudeante que tenia .  Hepburn y Grant están estupendos también pero Jimmy en los momentos en que está en la película con unas copas de mas es absolutamente grandioso incluso se permite cantar "Over the rainbow". Es sin duda una de las cumbres de la alta comedia del cine. Fue nominada a 6 premios de la academia entre ellos Mejor película, director, actriz protagonista, actriz secundaria, actor principal y guion, y se llevo estos dos últimos, el gran favorito ese año era Henry Fonda, amigo intimo de Stewart por su papel de Tom Joad en " Las uvas de la ira" de John Ford, basada en la novela de John Steinbeck pero también estaban Laurence Olivier por "Rebeca" y Charles Chaplin por " El gran dictador" pero la academia  se lo dio a Stewart, este seria su único Óscar, años después en 1985 se le dio uno especial a su gran trayectoria, se lo entrego su compañero de " Historias de Filadelfia", Cary Grant.
En 1956 la MGM decidió hacer un remake musical, " Alta Sociedad", la dirigió Charles Walters, la música y letra de las canciones corrieron a cargo de Cole Porter, Louis Armstrong tuvo una aparición, C.K. Dexter Haven fue Bing Crosby, Mike Connor fue Frank Sinatra y Tracy Samantha Lord, aunque la primera opción fuera Elizabeth Taylor, lo encarno en su ultima película, Grace Kelly, al fin y al cabo ella había nacido en Filadelfia, pero eso es otra historia de Filadelfia.
 
 
 
''Qué bello es vivir'' (Frank Capra, 1946)
    Por Juan Murillo Bodas.



 Hay películas que parecen siempre vivas y actuales cada día; son clásicos que perviven en la memoria de muchísimos espectadores, entre los que por supuesto me incluyo. La película ciertamente está cargada de moral cristiana, pero para los no creyentes esto no debería ser un obstáculo, ya que desde el inicio de la película se subraya el carácter de fábula o cuento moral en el que podremos ver sucesos extraordinarios, y porque además el mensaje está lleno de bondad y humanidad, no se trata de una panfleto moralizador sin más.
 La película de la Navidad por excelencia está basada en una historia corta de Philip Van Doren Stern publicada en forma de tarjeta de felicitación navideña en 1943. Capra y sus guionistas Frances Goodrich Albert Hackett , así como la colaboración de Jo Swerling para algunas escenas adicionales nos ofrecen una historia centrada en una pequeña población estadounidense. A través de este microcosmos, Capra construye un fenomenal retrato de la sociedad de su país en esa época, no es sin embargo una película localista o patriótica, transcien de lo anecdótico para convertirse en una historia de aprendizaje universal en la que se toma partido por las clases medias y populares frente a los capitalistas especuladores, esta construcción de la película a través de personajes arquetípicos en los papeles principales: el padre de familia honrado hecho a sí mismo, la esposa devota y fiel o el despiadado y egoísta hombre de negocios que envidia la felicidad ajena, queda matizada por una serie de personajes secundarios llenos de ricos matices. Con un guión tan bien estructurado y con una serie de hallazgos tan sobresalientes basados en la manipulación del tiempo fílmico, los giros de guión son maravillosos, en la línea de lo que nos sugiere el título original: “wonderful” tiene el sentido en inglés de algo extraordinario y fantástico y no solamente un sentido positivo… esta construida además mediante una puesta en escena muy cuidada y con unos magníficos directores de fotografía: Joseph Walker (Solo los ángeles tienen alas, Vive como quieras) y Joseph Biroc (habitual operador de Samuel Fuller: Cuarenta pistolas o Yuma), perfectos en planos medios y primeros planos.

 No sería lo mismo la película sin los grandes actores que están todos excepcionales en sus papeles. Se trata posiblemente de una de las mejores interpretaciones de James Stewart que compone un personaje rico en matices y que anticipa con su rostro crispado algunas de las que serán sus actuaciones más recordadas en Vertigo o Winchester 73 entre otras; Donna Reed estupenda, llena de ternura y bondad, por supuesto grandes secundarios: Thomas Mitchell y el maestro Lionel Barrymore encarnando al personaje más detestable de la historia. Película que es una mezcla genial de géneros: cine familiar, comedia dramática, cine fantástico cuando no de suspense y terror… Curiosamente, película que ha influido en directores actuales como Steven Spielberg, Robert Zemeckis o Tim Burton. Disfrutar de esta historia nos hará seguro ser mejores personas, porque en el fondo no es sino una alabanza del valor de la solidaridad y de la búsqueda de la armonía social.



''La soga'' (Alfred Hitchcock, 1948)
    Por Sergio Armas. 


 La soga supuso la primera colaboración entre James Stewart y Alfred Hitchcock, con el que en los años posteriores repetiría hasta en tres ocasiones. La película está basada en la obra de teatro  de Patrick Hamilton “Rope’s end”, que a su vez se inspiró en un caso real que sucedió en Chicago en al año 1924, cuando dos jóvenes universitarios provenientes de familias acaudaladas asesinaron por diversión a un chico de quince años.
 
Partiendo de esta base, Hitchcock comienza La soga haciendo algo habitual en él, eliminar el misterio. El británico no tenía interés alguno en el misterio, sino que lo que le interesaba era el suspense, y consideraba que sólo podía conseguirlo dando información al espectador. Por ello lo primero que mostrará la película es el estrangulamiento que practican Philip (Farley Granger) y Brandon (John Dall) a su compañero David (Dick Hogan).
 
Las razones del asesinato son la curiosidad que tiene la pareja por saber que se siente al quitar la vida a otro, y justifican su acto en la filosofía de Nietzsche del superhombre, en que son seres superiores intelectualmente y pueden decidir sobre la vida de los inferiores. Aunque tras la comisión del delito, ambos tomarán actitudes distintas, mientras Philip se ve consumido por los remordimientos y empieza a beber para tratar de desahogarse, Brandon está nervioso pero exultante y dará vía libre a su mentalidad macabra durante toda esa tarde noche, con el fin de divertirse.
 
La pareja asesina, en la que se percibe claramente un componente homosexual pese a que la censura de la época prohibía cualquier mención a ello, esconde el cadáver en un arcón, y posteriormente, Brandon decide que se sirva encima de este improvisado ataúd la comida para la cena a la que acudirá la tía (Constance Collier) el padre (Cedric Hardwicke) y Janet, la novia (Joan Chandler) del fallecido, y además para hacer esta cena más divertida Brandon invitaría a Kenneth (Douglas Dick) el anterior novio de Janet.

El último invitado de la cena es Rupert Cadwell (James Stewart), antiguo profesor de los jóvenes, defensor de la teorías de Nietzsche y el que les inculcaría esos valores. Tal es así, que el principal motivo de Brandon al invitar a su antiguo profesor parece ser que lo descubra, que admire su obra y que vea que ha sido capaz de dar el paso que él no se ha atrevido, realizando aquello que él pregonaba en sus clases.
 
Stewart que estaba acostumbrado a interpretar al hombre normal, y que solía tener un gran sentido de la justicia, se encontraba de pronto con un papel oscuro, al menos para la época, ya que pese a comportarse de una manera educada, de ser por ejemplo es el único que trata como a una igual a la asistenta de la casa (Edith Evanson), o de ser el que investiga que es lo que esconden la pareja de jóvenes, su personaje no deja de ser el último responsable del asesinato, el instigador (aunque fuera sin querer), y el que acaba más arrepentido de lo acontecido.
 
El actor cumple en el papel, aunque según se comenta esta “oscuridad” del personaje, el ser algo tan distinto a lo que él estaba acostumbrado a realizar, fue una de las cosas que no le dejó sentirse cómodo en el papel, la otra cosa sería el cómo decidió Hitchcock rodar la película.
 
Y es que el mago del suspense, con la excusa de que se estaba adaptando una obra de teatro y con la intención de darle este toque teatral a lo rodado, decidió realizar la película en un plano secuencia, esto significa, rodar la acción en un único plano sin cortes. Esto que es algo habitual hoy en día (recientemente hemos podido ver varios ejemplos de ellos en series televisivas, mientras que en cine, directores como Cuarón son especialistas en ello) fue algo prácticamente novedoso para la época.
 
El principal problema que conlleva el plano secuencia, es que en el momento de rodar todo tiene que ser perfecto, todo ha de estar milimétricamente medido, y cualquier fallo puede llevar al traste la escena obligando a empezar todo desde el principio, es por ello, que el día anterior de empezar la grabación de una escena se dedicaba enteramente a que los actores y los cámaras ensayaran sus movimientos. Siendo esta la razón que provocó la incomodidad no sólo de James Stewart sino de todo el reparto, quienes se encontraban en varias ocasiones más pendientes de no pisar un cable, de estar atentos a su marcas o de no molestar a la cámara que de sus propias interpretaciones.
 
En un principio, como decíamos antes, la intención de Hitchcock era rodar toda la película en un único plano secuencia, pero razones técnicas se lo impidieron, y es que las cámaras de la época sólo le permitían realizar planos de diez minutos, y la forma que tuvo el director para darle continuidad a las escenas (al menos la mayor parte de los cortes), fue terminado el corte haciendo un zoom a las espalda de uno de los personajes y empezar el siguiente haciendo un zoom inverso.
 
El resultado de eso no quedó lo que se dice precisamente bien, eran cortes muy forzados, que estaban lejos de parecer naturales, pero este detalle no quita que el trabajo restante Hitchcock planificando los movimientos de la cámara es excelente, logrando generar de nuevo suspense, y como muestra de ello, la escena con el plano fijo viendo como la asistenta va recogiendo la cena.
 
Esta forma de grabar fue en cierta manera también una estrategia publicitaria, sin embargo La soga no obtuvo buenos datos de taquilla ni tampoco fue de las obras más aclamadas de Hitchcock, aunque ello no debe de desmerecer su resultado final. Si bien es cierto que no es una de las películas más destacadas del director, vale la pena ver La soga, no sólo por lo que tiene de experimento cinematográfico, sino por su calidad en sí, siendo una película entretenida, de fácil visión, y bien escrita, dirigida e interpretada (especialmente por Dall y Stewart).


''Tierras lejanas''  (Anthony Mann, 1954)
  Por Juan Murillo Bodas.
 
Ni un héroe ni un villano: solo un hombre solitario

 
 Espléndido western de Anthony Mann, uno de los grandes cineastas del género. Esta obra forma parte de esa magnífica serie que tiene al gran James Stewart como protagonista. En esta ocasión Stewart es Jeff Webster, un vaquero errante y solitario de oscuro pasado que junto a los veteranos Ben (Walter Brennan) y Rube (Jay C. Flippen) trata de llevar una importante partida de ganado hacia Alaska. Mas antes deberá enfrentarse a Garnon (John Mc Intire) una especie de cacique local inspirado en la mítica figura del juez Roy Bean) y que estará dispuesto a todo con tal de ahorcarle y arrebatar a los mineros sus minas de oro. Entretanto, Jeff se debate silenciosamente entre el amor de dos mujeres: una aventura emprendedora y decidida: Ronda Castle (Ruth Roman) y Renee (Corinne Calvet) la joven e ingenua hija de un doctor. El guión de Borden Chase, asiduo guionista del género, es sintético, conciso y de estructura esencialmente itinerante, está repleto de acciones y aventuras, sin olvidar nunca la psicología de los personajes.
 Y luego está claro, la formidable presencia de un James Stewart en plena madurez artística que ofrece una impecable interpretación de este vaquero lacónico e introvertido ensimismado en sí mismo y en sus intereses hasta que las circunstancias le obligan a implicarse en el devenir de la comunidad. En este sentido, es espléndida la interiorización que Stewart hace del carácter de su personaje, con una fuerte carga de ambigüedad moral, al igual que en el resto de westerns de esta serie (Winchester 73, The naked spur). De hecho, algunas de las actuaciones de Jeff bordean lo delictivo y su posición dentro de la comunidad es contradictoria, ya que por un lado es admirado por todos por su valor y por su habilidad con las armas de fuego, y por otro lado es rechazado por su nula implicación a la hora de tratar de solucionar las amenazas que sobre la comunidad de mineros ejercen los secuaces de Garmon. Junto a Stewart hay una serie de inolvidables secundarios como: Walter Brennan que encarna a esa especie de escudero que suele acompañar a los protagonistas de los westerns de Mann, también fundamental la presencia de John Mc Intire en el papel de un sofisticado villano astuto y con grandes dotes para el mando y por supuesto la impetuosa y pasional Ruth Roman, que lejos de ser una comparsa, toma la iniciativa en todos los aspectos: tanto en el amor como en los negocios. En cuanto a la puesta en escena, es fundamental como en todos los westerns de Mann, la concepción del paisaje a través de una fotografía que sitúa al hombre condicionado por el paisaje y el ambiente en el que desarrolla sus acciones, aquí los espacios fundamentales son las montañas nevadas, que oprimen literalmente a los personajes y el río que representa una posibilidad de escape de las mismas. Para esta labor, Mann cuenta con uno de sus directores de fotografía predilectos: William H. Daniels, cuya habilidad para colocar la cámara casi siempre en un ángulo bajo es magistral, captando con nitidez al paisaje y a los personajes como envueltos dentro de él. Para finalizar destacar el carácter crudo y realista de algunas escenas, así como la intensidad dramática que conduce a la película hacia un gran climax final. En definitiva, un western fundamental, como todos los que filmo Anthony Mann.


''Me enamoré de una bruja'' (Richard Quine, 1958)
     Por María Abad.





  “Me enamoré de una bruja” es una entretenida pero sencilla comedia, basada en la obra de teatro de John Van Druten, que transcurre en el Greenwich Village de Nueva York. Su protagonista, Gillian Holroyd, interpretada por la atractiva y sexy Kim Novak la cual la dota de una mirada felina e hipnótica que le viene que ni pintado al personaje, es una bruja miembro de una saga de hechiceros que se encuentra aburrida de su vida y de la tienda de antigüedades y objetos curiosos que regenta. Como es bien sabido las brujas no se pueden enamorar, ni llorar, ni sonrojarse, pero Gill comienza a sentir curiosidad por su nuevo vecino, un apuesto y respetable editor llamado Shepherd “Shep” Henderson ( James Steward) que esta a punto de contraer matrimonio. Ante este giro de los acontecimientos, Gill decide abandonar su juego de seducción humano, para enamorar a su vecino gracias a un encantamiento, y a la complicidad de su fisgona pero adorable tía Queenie (Elsa Lanchester) y su hermano Nicky ( Jack Lemmon) ambos brujos también. A partir de aquí nos encontramos con una comedia ligera y elegante, de divertimento sofisticado que aunque nos levantará alguna sonrisa, en ningún momento nos hará reír a carcajadas, y que desaprovecha situaciones hilarantes que podrían justificarse con el uso de la magia.

 

En el film encontramos la segunda colaboración entre James Stewart y Kim Novak a tan solo unos pocos meses después de haber finalizado en rodaje de “Vértigo” a las ordenes de Hitchcock, en unos papeles muy diferentes a los que aquí encontramos pero con la misma química como pareja. Son sin duda las interpretaciones de ambos actores el principal atractivo de la película, ya que podemos disfrutar de una carnalidad y sensualidad dada por unos pies siempre desnudos, y la elegancia de una mirada felina retratada en especial en el plano del conjuro que realiza Novak hacia Stewart. Stewart vuelve a dejar ver lo magnifico que es interpretando a hombres corrientes a los que les ocurren cosas extraordinarias, el héroe de lo mundano que fue el secreto de su éxito, y junto a Novak con la que gracias al aura fantasmagórica de misterio que les otorgo Vértigo se convirtieron en una pareja que perdurará siempre como Bogart y Bacall.

Mención especial para el siempre genial Jack Lemmon que ejerce aquí de simpático secundario, y que a pesar de que podría haber dado mucho más juego, daba pistas aquí, en uno de sus primeros papeles de lo que después seria su exitosa carrera.

Curiosamente Stewart cumple 50 años durante el rodaje de esta película, tomando la decisión de no volver a encarnar papeles de galán romántico, en este tipo de comedias que le obligaban a emparejarse con mujeres a las que por lo general les doblaba la edad.

Campana, libro y vela, es la traducción literal del titulo original de la película (Bell, Book and Candle) que aquí se estreno con el titulo de “Me enamoré de una bruja”, tratando de emular el éxito de “Me casé con una bruja” de 1942, de René Clair, además de las palabras claves de uno de los conjuros. Un conjuro que hace referencia a la campanilla del gato Pyewaket,que es clave en la historia, al libro “Magic in Mexico”,que también tiene su parte importante en la trama, y a la vela que acompaña a la melancolía de la bruja protagonista.


La música creada por George Dunning dota la obra de una partitura rítmica y ligera, con temas de jazz pegadizos, propios de los clubs de los años 40 y 50, añadiendo fragmentos clásicos como el “jingle Bells” de los titulos de credito. Mientras, el guión de Daniel Taradash a partir de citada obra de Broadway de John Van Druten la dota de unos diálogos divertidos y tremendamente ágiles, que hará las delicias de los amantes de las comedias románticas de los años 50.


Esta obra pertenece a la época más fructífera de su director Richard Quine, coincidiendo con el despegue de su filmografía, y con el inicio de lo que serian posteriores colaboraciones entre Kim Novak, Jack Lemmon y Ernie Kovacs, como “Un extraño en mi vida” (1960) y “La misteriosa dama de negro” (1966), en las que participo también Novak.

Este aquelarre de hechiceros que no confían en el amor, porque el amor puede destruirles, nos deja un film que es injustamente olvidado, en pos de ensalzar aquel “Me casé con una bruja (I Married a Witch de René Clair, 1942), con la maravillosa Veronika Lake en el papel de la bruja.

Por lo que este es el tema principal del film, el triunfo del amor, que es capaz de sobreponerse a todas las adversidades incluso a la de las mas oscuras artes de brujería. Un amor más fuerte que los poderes sobrenaturales, capaz de curar la soledad y la melancolía. Donde solo cabe que la magia más inexplicable es la magia del amor.


Podemos disfrutar en el film de escenas tan memorables como el encantamiento que la bruja Gill le realiza a Shep, acompañada de su gato Pyewaket ( un nombre que solo podría llevar un gato mágico y que se convirtió en popular entre las mascotas de la época), el lanzamiento del sombrero desde lo alto del rascacielos mientras se juran amor eterno, el divertido encuentro entre Shep y la tía en el domicilio de él, o los planos subjetivos de el gato, a pesar de la aparente formalidad narrativa de la película.

La película inspiro la serie posterior de televisión “Embrujada”,y que después se convirtiera de nuevo en película con “Bewitched”, protagonizada por Nicole Kidman, o en su reverso más oscuro, Polanski se topo con esta película mientras investigaba para “La semilla del diablo”, donde también hablaba de una comunidad de brujos vecinos.
 
 
 
''Anatomía de un asesinato'' (Otto Preminger, 1959)
    Por Javier Belda Puig.
 


 En el año de producción de esta película, Stewart ya era una estrella reconocidísima y respetada, por ello cuando el director vienes Otto Preminger decidio llevarla al cine no había duda de que el papel del ex fiscal de distrito y ahora abogado de pocos casos Paul Biegler estaba hecho a la medida de Jimmy. La novela " Anatomía de un asesinato" escrita por el juez del Tribunal Supremo John D. Voelker bajo el seudónimo de Robert Travers estaba llena de lenguaje legal sobre violación y sexo, cosa inédita para esa época. Y Preminger con el guion de Wendel  Mayes  opto por utilizar todo ese vocabulario para dar mayor realismo a la película. Junto a Stewart, estarían Lee Remick como Laura Manion, papel que en principio iba a haber hecho Lana Turner, Ben Gazzara como el Teniente Manion, Eve Arden como la ayudante de Biegler, Arthur O`Connel como el socio de Biegler, Kathryn Grant, esposa de Bing Crosby como Mary Pillant y en uno de sus primeros papeles en el cine, George C. Scott como el abogado Claude Dancer, cabe destacar los títulos de crédito hecho por el gran Saul Bass y que la banda sonora sea de Duke Ellington, además tiene un cameo en la película.

La sinopsis de la película seria, un antiguo fiscal del distrito, Paul Biegler pasa su tiempo, pescando, bebiendo cerveza y de vez en cuando con algún caso de poca monta con su amigo Parnel Mc Carthy. Pero le llega un caso, tiene que defender a un teniente del ejercito que ha matado al dueño del bar, que este y su esposa frecuentaban porque el dueño había agredido sexualmente a su esposa.

La película dura mas de dos horas y media pero no te das ni cuenta gracias a las interpretaciones de todo el reparto, destacando a parte de Stewart, a Arthur O`Connel, Eve Arden y George C. Scott. Es sin duda, una de las mejores películas sobre abogados. El papel del juez Weaver, en principio se había pensado para Spencer Tracy pero al final lo llevo a cabo un abogado en la vida real Joseph N. Welch.

La película tuvo 7 nominaciones al Oscar incluyendo , por supuesto, a James Stewart, esta fue su ultima nominación, tenia como principales  rivales a Jack Lemmon por su Jerry/Daphne en " Con faldas y a lo loco" y a Charlton Heston como Juda Ben - Hur en " Ben -Hur", este ultimo se llevaría el premio.
El publico al ver la película se sorprendió en oír en boca de Stewart palabras como : espermatogénesis, anticonceptivos o clímax sexual, incluso el propio padre de Stewart quiso que se prohibiese su exhibición en Indiana.
Por ultimo, os dejo con lo que dijo el New York Times después del estreno de la película: " Lo que se revela como mas brillante es el personaje del abogado defensor, un papel interpretado por  Stewart en una de las más espléndidas actuaciones de su carrera".
 
 

''El Valle de la Violencia'' (Andrew V. McLaglen, 1965)
    Por Javier Belda Puig.


 Con casi 60 años, Stewart nos ofreció una de sus interpretaciones mas poderosas, llevaba todo el bagaje de las películas con Anthony Mann, Alfred Hitchcock o John Ford.

La sinopsis:En Shenandoah, Virginia, el granjero viudo Charlie Anderson vive una vida pacífica con sus seis hijos - Jacob, James, Nathan, John, Henry y Boy, su hija Jennie, y su nuera, la esposa de James, Ann en su granja. Charlie no deja a sus hijos alistarse en el ejército para luchar en la Guerra Civil Americana que él considera que  no es su guerra . Pero un hecho fortuito le hará entrar en contacto con la guerra.

Dirigida por Andrew  V. McLaglen, hijo del gran Victor McLaglen, recordado actor de muchas películas de muchos directores pero sobre todo de John Ford como "Fort Apache", "La recluta del regimiento", "La legión invencible", "El delator", por la que ganó el Óscar de mejor actor y sobre todo por "El Hombre tranquilo" en la que interpretaba a Will " Red" Danaher.
El conflicto con Vietnam estaba empezando y podemos ver una parábola antibelicista en la película.  Lo paradójico es que el propio James Stewart llegó a ser general de brigada del ejercito.
Acompañan a Stewart  en el reparto, entre otros, Patrick Wayne como James, hijo del gran John, Phillip Alford como Boy, recordado com Jem Finch en la obra maestra de Robert Mulligan " Matar a un ruiseñor", Rosemary Forsyth como Jennie , que ese año también haría " El señor de la guerra" con Charlton Heston y en su debut en el cine, Katherine Ross como Ann, recordada luego por ser  Elaine Robinson en " El graduado" o Etta Place en " Dos hombres y un destino", también tiene un pequeño papel, George Kennedy como un coronel yankee.
Stewart domina la película de principio a fin, con ese perfil de granjero rudo pero que se desvive por su familia. Es quizá su ultima gran interpretación. Como curiosidad el argumento de la película dio para un musical que se estrenó en Broadway en 1975.
 Termino con unas palabras que dice su personaje: " Es como todas las guerras, supongo. Los que la dirigen la están ganando; los políticos se llevaran la gloría. Pero los soldados simplemente desean volver a casa."

viernes, 5 de septiembre de 2014

Grace Kelly, la elegante actriz que dejó Hollywood por Mónaco

 Con el reciente estreno de la fuertemente criticada y polémica película ''Grace de Mónaco'', en la cual, Nicole Kidman da vida a la indeleble Grace Kelly, resulta el momento idóneo para repasar la vida y obra de una intérprete que renunció a sus aspiraciones profesionales, en favor del amor que sentía por Rainiero de Mónaco.


 Grace Patricia Kelly (12 de Noviembre de 1929 - 14 de Septiembre de 1982), procedía de una familia adinerada de Filadelfia, deportista y católica. Grace fue una niña frágil y propensa a los problemas de salud, que no heredó la pasión por los deportes de su padre Jack Kelly. Su progenitor nunca le prestó la atención y cariño que Grace demandaba (toda su vida, estuvo convencido de que su hija mayor Peggy sería la que triunfaría y era claramente su favorita, en lo referente a Grace, le costó bastante reconocerle sus méritos y desde el principio, tuvo serias dudas de que su aventura interpretativa funcionara).



Grace Kelly con 18 años, decidió volar del nido y matricularse en la Academia Americana de Arte Dramático de Nueva York. Decidida a labrarse un futuro por sí misma, no aceptó la ayuda económica de su familia ni influencias de ningún tipo para lograr sus objetivos (su tío George Kelly era un famoso dramaturgo, que siempre fue un confidente suyo y alimentó y comprendió sus aspiraciones artísticas). Sin embargo, convertirse en actriz fue un camino difícil para la bella Grace, atravesó una etapa de ''demasiado'': la rechazaban por ser demasiado alta, demasiado rubia, demasiado joven, etc... Además, interpretativamente estaba (como es lógico) muy verde, le faltaban soltura y tablas (en el escenario no sabía como proyectar la voz correctamente, por ejemplo). Para pagarse sus estudios, ejerció de modelo publicitaria. Antes de saltar al cine, consiguió pequeños trabajos teatrales, y poco a poco, fue abriéndose camino, hasta finalmente debutar en la televisión, representando obras de teatro que se emitían en riguroso directo.

Grace Kelly estuvo desde los inicios de su carrera cinematográfica contratada por un Estudio (la MGM) que no creía en ella ni en su talento, la Metro frecuentemente la cedía a otros Estudios para sacar jugosos beneficios (una práctica habitual en el Hollywood del sistema de Estudios, pero que en su caso, denotaba la poca confianza y apoyo que depositaban en ella) y la obligaban a aceptar papeles poco interesantes. Pero Grace, contrariamente a su imagen de modosita, demostró carácter e inteligencia y supo manejarlos, para hacer que sus opiniones fueran tomadas en cuenta (incluso tuvo que recurrir al chantaje, para que le permitieran interpretar el complejo papel de ''La angustia de vivir'').

Grace como incipiente estrella de Hollywood, se sentía perdida. La manera de trabajar en el cine era muy opuesta a la del teatro, y le costaba adaptarse a este medio. Necesitaba un director sabio y paciente, que la ayudara y la instruyera un poco (en otras palabras, lo que requería la novata Grace, era un mentor que supiera guiarla acertadamente). Por desgracia, ni John Ford ni Fred Zinnermann, se molestaron en dirigirla y Grace se sintió muy insegura y desvalida. Hitchcock fue el primer cineasta de Hollywood, que la valoraba como actriz y le tendió la mano, explicándole lo que quería de ella, etc. El mítico Alfred Hitchcock, la descubrió en un casting de una película para la Metro en la cual no fue escogida y en ''Solo ante el peligro'', intuyó enseguida el potencial de Grace y se convirtió en su Pigmalión y ella en su nueva Galatea (como era costumbre, el maestro del suspense, la moldeó a su antojo, supervisando hasta el más mínimo detalle, incluso en cuestiones de estilismo). Hitch (al igual que pasó con Ingrid Bergman) se enamoró platónicamente de Grace, le dio papeles que básicamente era variantes de cómo él la veía y de cómo deseaba que fuese. Formaron un tándem artístico bastante notable (siendo ''La ventana indiscreta'' el cénit de su asociación), aunque no tan sobresaliente como el que creó con la maravillosa Ingrid Bergman.

Grace con su Oscar por ''La angustia de vivir''.


Grace Kelly proyectaba una imagen de mujer fría, distante e inalcanzable, pero la excelente biografía de Donald Spoto, destapa a una fémina muy opuesta, muchos que la conocieron, la describen como una persona dulce, cálida, cercana y con un gran sentido del humor. Ella misma reconoció, que su carrera no fue tan fructífera, sólida y variada como hubiese deseado. Personalmente, no me considero una admiradora de su talento, pero tengo que reconocer que sí era una buena actriz, con una capacidad de contención y encanto notables. Pero, francamente, creo que los papeles que le tocaron en suerte, no eran los adecuados para que demostrara ser mucho más que una actriz bella y con una elegancia innata. ''La angustia de vivir'' (y algunos escalones por debajo, ''La ventana indiscreta'' y ''Crimen perfecto'') es el mejor trabajo de Grace, realizando una interpretación sutil, madura y llena de matices, Oscar muy merecido por salir muy airosa de un papel muy alejado de ser una mera figura decorativa (el tipo de papeles en los que estaba encasillada, se explotaban más su innegable estilo y belleza, que su evidente talento). Su complejo y desgarrado papel en ''La angustia de vivir'', marcó un antes y un después en su carrera, que trajo consigo el tardío reconocimiento de la Metro.



Su fachada eterna de actriz gélida, venía motivada especialmente por la imagen que la Metro había creado de ella y porque su actitud tímida y reservada, se confundía con frialdad y altanería (Grace no comulgaba con la feroz maquinaria publicitaria de Hollywood, ni le gustaba la excesiva intromisión de la prensa en su vida privada, no se acostumbraba a la exagerada divulgación de noticias suyas ciertas o no). Grace Kelly nunca llegó a sentirse cómoda en Hollywood, le molestaba estar atada a un Estudio y sus normas, y el acoso de la prensa, a menudo (cuando sus obligaciones se lo permitían) huía a Nueva York. Además, según fueron transcurriendo los años, crecía todavía más en ella, el deseo de ser esposa y madre. Su vida amorosa estuvo plagada de romances (ciertos o no), como Grace solía decir se enamoraba con facilidad. Se le relacionó con muchos de sus partenaires masculinos, empezando por Gary Cooper, siguiendo con Clark Gable, Ray Milland y terminando con William Holden (en algunos casos, se trataban de estrategias del respectivo Estudio, para promocionar determinada película). Antes de conocer a Rainiero de Mónaco, su última pareja conocida fue el famoso diseñador y playboy Oleg Cassini, pero la relación tuvo una duración breve, los padres de Grace no lo aceptaban por su vida disipada y liberal, además Grace terminó hartándose de sus celos injustificados. A los 25 años, Grace realizaría una visita fugaz a Mónaco por turismo(aprovechando que estaba en el Festival de Cannes, presentando ''La angustia de vivir'') y sería recibida por Rainiero de Mónaco. A partir de ese primer encuentro, mantuvieron contacto durante meses mediante cartas.

Grace Kelly con su marido Rainiero de Mónaco y dos de sus hijos, Carolina y Alberto.


Grace Kelly se casó con Rainiero en Montecarlo a los 27 años, pero ninguno de los dos, guardaron un recuerdo muy grato de su enlace (fue una boda caótica y demasiado multitudinaria, ellos preferían una celebración mucho más sencilla). A Grace le costó sentirse cómoda en un entorno tan distinto (tan rígido y con tradiciones tan antiguas). Aunque terminó adaptándose y haciéndose querer por los monegascos, Grace añoraba su vida anterior, dejó todo por amor pero echaba mucho en falta su carrera y a su familia (viajaba ocasionalmente a Estados Unidos). Ella no pensaba en un principio, abandonar su pasión por actuar, pero Rainiero se lo impidió desde el momento en que decidió casarse con ella (Grace siempre mantuvo la esperanza de retomar una profesión que amaba y que la hacía sentir viva). Cuando sus tres hijos se independizaron (Carolina, Alberto y Estefanía), Grace se sentía cada vez, más sola y melancólica. Lo  cierto, es que su vida en Mónaco, le proporcionó cosas buenas (como su marido y sus hijos) pero le privó de seguir realizándose profesionalmente. De no haber dejado el cine, ¿cómo sería la carrera de Grace Kelly? ¿Quedarían más evidenciadas sus carencias o limitaciones interpretativas? ¿O nos sorprendería con nuevos registros? En mi opinión (y en la suya) dejó su carrera cuando todavía no se había convertido en una actriz con mayúsculas, fue un icono de la moda pero no llegó a confirmarse como una verdadera y versátil intérprete. Le faltaron papeles de mayor profundidad dramática (en la línea de ''La angustia de vivir'') y en general, cada vez más demandantes en cualquier género. Un actor debe de demostrar la mayor solvencia y versatilidad posibles.

viernes, 29 de agosto de 2014

Especial Audrey Hepburn, la dulzura hecha actriz (IV): El tenso rodaje de ''Sabrina''

 ''Sabrina'' tuvo una filmación muy difícil. Los problemas se sucedieron a lo largo de la fase de pre-producción y sobre todo, durante el posterior rodaje.




Complicaciones a la hora de trasladar el material teatral al medio cinematográfico


Durante los años 40 y 50, era frecuente que los estudios de Hollywood compraran los derechos de obras de teatro (incluso antes de su estreno oficial) que creían que tenían un enorme potencial para el cine. ''Sabrina Fair'' de Samuel Taylor, se estrenaría en Broadway en Noviembre de 1953, pero mucho antes de su estreno, la Paramount ya se había hecho con los derechos para su adaptación cinematográfica.
Samuel Taylor se desplazó a Hollywood para supervisar el guión cinematográfico junto a Billy Wilder. Sin embargo, ninguno de los dos, llegaron a ponerse de acuerdo. Wilder pretendía cambiar radicalmente la obra para hacerla más accesible al gran público, perdiéndose por el camino, la delicadeza, inteligencia y profundidad del material original. Tras dos meses de trabajo, Taylor fue totalmente consciente de las intenciones de Wilder y en sus palabras, estaba banalizando excesivamente su comedia. Enfadado pero cordial, se retiró del proyecto. Samuel Taylor comprendía que eran necesarios los cambios, añadidos y las transposiciones, pero no aceptaba que se modificara por completo la comedia y su sentido, ya que con estas maniobras de Wilder, sus personajes, los temas y por extensión el material entero, se volvieron irreconocibles. Ante la renuncia de Taylor, se contrató a Ernest Lehman (''El rey y yo'', ''Chantaje en Broadway'', ''Con la muerte en los talones'' o ''Sonrisas y lágrimas'') pero de nuevo, hubo problemas. La tozudez de ambos, cristalizó en una relación profesional complicada, o directamente hostil. A pesar de estos roces, siguieron con el guión, aunque cuando el rodaje se inició a principios de Octubre, todavía no estaba terminado.


Error garrafal de Wilder: escoger a Bogart


Cary Grant era la elección principal de Billy Wilder, pero al igual que con ''Ariane'' rechazó el papel por temor a verse ''demasiado'' viejo al lado de la jovial Audrey Hepburn. Fue entonces, cuando el genial cineasta, tomó una decisión desafortunada (años después, confesaría que esta elección fue totalmente equivocada, aunque intentaran por todos los medios adaptar el personaje a este intérprete, incluso cambiando algunos diálogos, no hubo manera): le ofreció el papel a Humphrey Bogart (en mi opinión, el actor menos indicado para un personaje de estas características). Bogart tenía en aquel momento 54 años, pero debido en gran parte a su prolongada adicción al alcohol, aparentaba bastantes más. Pero lo esencial es que, no daba el perfil para ese tipo de personaje (Bogart era un actor limitado, que clavaba el antihéroe de personalidad dura y en ocasiones, de moralidad dudosa, pero que no terminaba de colar como galán romántico y sentimental al uso, y encima, en un género como la comedia romántica, más restrictivo y demandante de lo que aparenta superficialmente, que necesita de actores muy específicos y con una determinada fisonomía (por ejemplo, con grandes aptitudes para el humor o con una capacidad innata para simpatizar fácilmente con el público), el rostro tan férreo de Bogart crea distancia y por consiguiente, dificulta la empatía del espectador, lo cual, imposibilita su solvencia en este registro). La nula química y credibilidad de Audrey Hepburn y Bogart como pareja, es lo que más lastra a este ligero divertimento.

Humphrey Bogart, dio problemas en el rodaje desde el principio. Estaba descontento con el personaje que le había tocado en suerte y se creó en su mente, la fantasía de que Billy Wilder, Audrey Hepburn y William Holden, estaban en su contra. En el set, mantuvo una actitud déspota, arrogante y cruel. Siempre que tenía oportunidad, metía cizaña, insultando o humillando a sus compañeros de reparto y al director. Bogart en aquella época, era una estrella en decadencia, que se sentía amenazado por jóvenes talentos como Audrey Hepburn y William Holden, que pisaban fuerte. Muchos miembros del equipo de la película, calificaron el rodaje de ''auténtico campo de batalla''.

Audrey (que secretamente era amante del también alcohólico William Holden) intentó no seguirle el juego a Bogart, haciendo caso omiso a las provocaciones del actor, que especialmente en una escena iban dirigidas hacia ella, resulta que la dulce y paciente Audrey, mientras rodaba una determinada secuencia junto a él, se olvidó de dos frases, hecho insignificante, que aprovechó Bogart para lanzarle un dardo envenenado.


Las constantes tensiones del rodaje hicieron mella en el resultado final. ''Sabrina'' es una película digna pero bastante irregular, que se sustenta en el eterno talento y encanto de una actriz de exquisita sensibilidad como es Audrey Hepburn y en el buen hacer de Billy Wilder (a pesar de un guión vacuo, que eliminó los diálogos inteligentes y cargados de dobles sentidos de la versión teatral).
''Sabrina'' tiene una clásica estructura de cuento de hadas (una cenicienta que se convierte en princesa, es decir, una humilde jovencita que muta en una sofisticada mujercita), pero posiblemente con un guión más fiel al material teatral y sobre todo, con Cary Grant en el personaje que se le terminó asignando a Bogart, habría funcionado mejor. Los personajes, especialmente el de Sabrina, se vieron notablemente vulgarizados con tantas modificaciones en el guión (de hecho, la Sabrina teatral, interpretada por una maravillosa Margaret Sullavan, poseía más aristas y hondura que su homóloga cinematográfica). Digamos, que ''Sabrina'' de Wilder, desprende más glamour y encanto, que verdadera solidez. Personalmente, aunque es una comedia que gozó de menor aceptación y que suele ser frecuentemente criticada, prefiero ''Ariane'', también con Audrey en el papel principal y dirigida de nuevo por Wilder, también imperfecta pero en mi opinión, de resultado más satisfactorio.



Audrey Hepburn, en aquel tiempo, era una prometedora actriz, que había ganado un Oscar recientemente por su debut cinematográfico en ''Vacaciones en Roma''. Intérprete tremendamente insegura e introvertida durante toda su vida, tenía encandilado a Hollywood por su talento innato, elegancia natural y físico tan personal (en una época, donde reinaban estrellas con una figura curvilínea como Marilyn Monroe o Elizabeth Taylor, Audrey era algo totalmente nuevo). Aunque al mismo tiempo, los ejecutivos del Estudio, estaban preocupados por su escasez de pecho y por su figura de muchacho, intentaron disimular estas carencias. Audrey siempre se negó a este tipo de artimañas, era consciente de que probablemente tenía un cuerpo imperfecto o poco femenino para los cánones imperantes en aquella época, pero se aceptaba cómo era.

''Sabrina'' fue una de las películas de su trayectoria, que más contribuyeron a convertirla en un icono de moda y marcó su primera colaboración con Givenchy (posteriormente, se volverían amigos íntimos y diseñaría muchos vestuarios para sus filmes). Audrey recurrió primero a la famosa Edith Head (modista habitual de la Paramount, y que, anteriormente, se había encargado de vestirla en ''Vacaciones en Roma''), pero esta vez, no se entendieron. Así que, Audrey decidió viajar a París y buscar el vestuario adecuado para su personaje. Una vez allí, acudió al taller de Hubert de Givenchy. Al joven diseñador, cuando le anunciaron su llegada (antes de verla), creyó que se trataba de Katharine Hepburn y se sintió decepcionado, al descubrir a otra Hepburn distinta. Givenchy con tanto trabajo, no tenía el tiempo necesario para confeccionar un vestuario exclusivo para ''Sabrina'', pero le aconsejó a Audrey, que buscara lo que le interesara entre los diseños ya creados (aunque debido a la insistencia de la actriz, Givenchy cedería y los adaptaría a sus gustos). Fue el comienzo de una afectuosa relación que duró unos cuarenta años. Audrey era una persona tan noble, que solía hacerse querer.

jueves, 28 de agosto de 2014

Jacques Demy y su fabuloso universo encantado

''Intenté luchar contra la creencia de que los musicales no podían hacerse en Francia. ''West side story'' y muchos musicales de Stanley Donen han funcionado bien en territorio francés y eran increíbles. No se han hecho muchos musicales en Francia, pero cuando lo hemos intentado como con ''Let's Go to Deauville'' o ''Let's Go to Montecarlo'', hemos creado una atmósfera de ensueño, estaban llenas de luminosidad y encanto''.  Jacques Demy.

Jacques Demy

 Jacques Demy, procedía de Nantes (Francia), era de origen humilde (padre mecánico y madre peluquera), fue un cinéfilo precoz como tantos otros legendarios cineastas, ''Las películas fueron mi único amor. Empecé a ver cine a los 9 años, principalmente eran películas de Chaplin. Compré mi primera cámara con 13 años. Por consejo de mi padre, estudié carpintería, calderería y electricidad en una escuela vocacional. Quería irme de casa y hacer películas'', relataría el propio realizador. Era un apasionado del arte, desde la pintura, el cine y el teatro hasta los espectáculos de marionetas o títeres. Fue un niño creativo (dibujando, creando sus propias marionetas, etc), despierto y soñador. Tuvo una infancia generalmente feliz (su familia era aficionada al cine y a la música), hasta el estallido de la II Guerra Mundial y la posterior ocupación alemana ''No tengo casi recuerdos duros, hasta los 12 años, con la guerra. Hubo un bombardeo en Nantes el 7 de Septiembre de 1943, fue una experiencia horrible. Y cuando tienes recuerdos como esos y tengo una memoria muy vivida, desde ese momento nada importaba ya. Después de algo tan horrible como aquello, tienes el sentimiento de que nada peor puede ocurrir jamás. Y es, a partir de ahí, cuando empiezas a crear un mundo de fantasía''. 

Jacques Demy dirigiendo a Françoise Dorléac y Michel Piccoli en ''Las señoritas de Rochefort''.
 
''Para Jacques, la infancia era un tesoro. Y la suya, una fuente de inspiración constante para sus películas''. Agnès Varda.


Jacques Demy, fue junto a François Truffaut, uno de los mayores románticos surgidos de la Nouvelle Vague (el estilo de Demy, era también generalmente clásico, melancólico y sentimental, se alejaba bastante de la tendencia innovadora predominante del famoso movimiento artístico francés, que abogada principalmente, por la experimentación formal, la crítica social y la agitación política a la hora de hacer y entender el cine). Los cineastas de la Nueva Ola Francesa estaban fuertemente influenciados por el Neorrealismo Italiano y el cine de la era dorada de Hollywood. Demy aunque también bebía del cine americano (de los grandes clásicos musicales USA especialmente) iba a contracorriente en esta corriente artística renovadora gala, con su magnífico universo encantado, colorido y poderosamente romántico, las obras del guionista y director Jacques Demy desprenden una belleza, sensibilidad, encanto y delicadeza, que cautivan. Dentro de las características esenciales de la obra de Demy (el marcado tono naif, el mundo colorista y los diálogos cantados), ''La bahía de los ángeles'' es la otra cara de la moneda, posiblemente, la cinta más decadente, sobria y desgarrada de su filmografía, siendo la favorita de su hijo, el actor Matthieu Demy (único vástago biológico de su duradero matrimonio con Agnès Varda). En ella, se cuenta la historia de una mujer cada vez más a la deriva debido a su ludopatía, encarnada de manera soberbia por la gran y mítica Jeanne Moreau.

''La bahía de los ángeles''

Demy es descrito como una persona muy humana, cariñosa y amable, pero también perfeccionista y exigente en los rodajes, tenía fama de dejar poco margen a la improvisación actoral, manteniendo todo bien atado desde el principio. Demostró una maestría genial para los musicales (ganó una Palma de Oro, por la maravillosa ''Los paraguas de Cherburgo'', sin duda, su obra cumbre), introduciendo exquisitos diálogos cantados, que servían a la perfección, para enfatizar los sentimientos de los personajes, otorgandoles una mayor resonancia y autenticidad. Su compositor habitual, Michel Legrand, componía partituras deliciosas y mágicas, que remarcaban todavía más el carácter ensoñador y nostálgico de sus películas y las engrandecía de manera muy notable. ''Trabajaban bien juntos. Cuando Michel encontraba una buena melodía, Jacques nos llamaba para escucharla. Y decía 'Ahora viene el tercer pañuelo'. Realmente querían conseguir que el público llorara'' (Agnès Varda).

''Los paraguas de Cherburgo''

Realmente, considero que es un director no lo bastante explorado por el público cinéfilo, al margen de su éxito más internacional (''Los paraguas de Cherburgo'') posee en su filmografía, grandes joyas ocultas como ''Las señoritas de Rochefort'', ''La bahía de los ángeles'', ''Estudio de modelos'' o ''Una habitación en la ciudad'' y películas aunque menores, interesantes como ''Lola'' o ''Piel de asno''.

Gracias a la genial acogida internacional de ''Los paraguas de Cherburgo'', Jacques Demy empezó a soñar con Hollywood, rodando su primera película en USA, la es que considerada como la segunda parte de ''Lola'', ''Estudio de modelos''. Para el papel protagonista masculino principal, su elección personal era el semidesconocido por aquella época Harrison Ford, pero los productores no lo vieron con buenos ojos. Fue, por tanto, una experiencia no demasiado grata a nivel profesional, aunque en lo personal, le permitió probar otro tipo de vida durante dos años, el llamado ''american way of life''.

Jacques Demy, debutó con ''Lola'', la cual suponía un cariñoso homenaje a Max Ophuls. Concebida como una gran comedia musical, fue definida por el propio realizador como un musical sin canciones. Iba a costar en principio 250 millones de francos, sería filmada en color y en scope, con bailes, canciones y gran vestuario, pero el productor De Beauregard (que lo había conocido mediante su amigo Jean-Luc Godard) le dijo a Demy... ''Mira, es un gran proyecto, pero ''Al final de la escapada'' costó 32 millones y si puedes hacer el tuyo por 35, está hecho. Si no es así, no cuentes conmigo''. Con la escasez de recursos económicos para recrear el proyecto tal como lo había concebido Demy desde sus orígenes, tuvieron que prescindir de canciones, grandes vestuarios y todo lo demás, para finalmente filmarla en blanco y negro, con cinco personajes y un equipo técnico reducido, ''Se rodó en 5 semanas, sin sets, vestuarios o luces'', confesaría el propio cineasta.


Catherine Deneuve fue su musa, es el autor que la convirtió en estrella y uno de los directores que mejor la supo manejar en pantalla (colaboraron en cuatro ocasiones). ''Conocí a Jacques cuando yo era muy joven durante un evento formativo. Fue la persona que más me marcó y eso significa mucho. Muy pocos directores han jugado ese papel crucial en mi carrera. Él fue el primer gran director que conocí''. Deneuve no fue la única gran figura cinematográfica con la que Demy tuvo la oportunidad de trabajar, por sus manos, pasaron gente tan grande como Anouk Aimée, Gene Kelly, Marcello Mastroianni, Jean Marais o Jeanne Moreau, etc. 


Su pasión cinéfila nació en un cineclub de Nantes, en el cual, aprendió a amar y a estudiar el cine, descubriría allí a muchos cineastas imprescindibles como Dreyer, Bresson, Renoir, Ophuls, Orson Welles o Luchino Visconti, etc. Y empezaría a apreciar los grandes musicales americanos que le marcarían e influirían posteriormente. ''Las señoritas de Rochefort'' fue su particular versión de los clásicos musicales americanos desde su perspectiva marcadamente francesa.

''En los últimos años, escribía recuerdos de su niñez. Y me hablaba mucho de ellos. Las anécdotas accedían a su memoria, nombres aparentemente olvidados o detalles repentinos. Él hablaba de la diminuta cocina, núcleo esencial de la vida familiar. Hablaba sobre todo de su madre, que era quien allí dirigía y organizaba todo. Le gustaba evocar los domingos en que paseaba en familia y las horas pasaban tranquilamente. Había vivido lo que él llamaba una infancia feliz''. Agnès Varda.


Jacques Demy elaboró un cuerpo de trabajo de vocación claramente onírica y liviana (aunque con una memorable carga melancólica inherente, que impregna la mayoría de sus creaciones), era un autor firmemente interesado en hacer soñar, emocionar y entretener al público por encima de todo, su cine sirve como perfecta vía de escape a los problemas cotidianos, más que como un ejercicio de reflexión social o política. Sin duda, es un director anómalo dentro de la cinematografía francesa, pero Jacques Demy es sinónimo de cine de calidad, imaginativo, personal y audaz.

La implicación de Demy con la Nouvelle Vague no está lo suficientemente esclarecida, hay voces contrapuestas, unos señalan que (aunque sea tangencialmente) parte de su obra sí está asociada a estos revolucionarios cineastas que agitaron los cimientos del cine galo más convencional, y otros, directamente no lo engloban dentro del grupo más reconocible de autores abanderados de esos aires de cambio (François Truffaut, Jean-Luc Godard, Jacques Rivette, Claude Chabrol y Eric Rohmer). Lo que sí se puede afirmar, es que Demy fue un cineasta valiente y fiel a sí mismo, que apostó y se especializó en un género como el musical, en un país en el cual (en aquel momento) no había mucha tradición de este estilo de cine tanto amado como despreciado. Los filmes de Jacques Demy, rebosan vida, emoción y jovialidad.


 

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