lunes, 19 de mayo de 2014

Audrey Hepburn, la dulzura hecha actriz (+ 9 películas claves) (III)

Terminamos con nuestro especial sobre Audrey Hepburn. Ésta es nuestra última entrega. Esperamos que la disfruteis. Para leer la primera parte, aquí y la segunda, aquí.




''Vacaciones en Roma'' (William Wyler, 1953)




Mucho antes de que Paolo Sorrentino nos hiciera viajar a la Roma más mundana de la mano de Jep Gambardella, otro director decidió que Roma era la ciudad perfecta para que su protagonista huyera, precisamente, de la mundaneidad y el vacío que dominaban su vida: era William Wyler, y en Vacaciones en Roma nos regalaba una de esas películas (no italianas) en las que es imposible no enamorarse de la capital italiana. Tan difícil como también lo era no rendirse ante la belleza de Audrey Hepburn. 

La princesa Anna quiere conocer la vida más allás del protocolo y el ambiente cortesano, y de ese impulso, de esa necesidad, se construye una película sobre las ansias de una vida diferente, de libertad, que se nos presenta como una comedia, avanza hacia la comedia romántica, y desemboca en ese final que, sin salirse de ella, logra que más de uno note un nudo en la garganta. Tres fragmentos que tienen tres protagonistas: Audrey Hepburn, Gregory Peck y Roma. La Ciudad Eterna es algo más que un escenario: por sus calles, la picardía de Joe Bradley se va transformando en algo mucho más profundo, e imposible; por sus plazas y monumentos, la cándida princesa Anna recibe unas dósis de madurez. 

Mientras Peck, que aceptó el papel que había rechazado Cary Grant, era ya un actor de carrera consolidada, para Audrey Hepburn este sería su primer papel protagonista. Hecho que provocó que la productora tratara de anteponer el nombre de Peck al de la actriz en los créditos inicials, algo a lo que se negó el actor. Con muy buen criterio, Peck creía que Hepburn estaba "a punto de ser una estrella". Y así fue: lograba el oscar a la Mejor Actriz Protagonista y se situaba como una de las actrices con más proyección de ese Hollywood que, en aquel 1953, era aún dorado.  

Hepburn logró conjugar las ansias casi infantiles de su personaje al principio de la película, con el componente cómico que se requerían para ciertos pasajes, según se va deshaciendo de ese porte de niña mimada inicial y, finalmente, con la madurez y serenidad que debe asumir hacia el final de la cinta. Todo ello en esa ambivalencia tan propia de ella en la que la inocencia que transmite recubre un caracter firme. 

Así, con Vacaciones en Roma la actriz se convirtió en estrella. Luego se convirtiría en mito, pero esa es otra historia.




''Ariane'' (Billy Wilder, 1957)


 
Amores fugaces, fingidos y verdaderos.

Excelente comedia romántica de Billy Wilder, cineasta clave para entender la comedia clásica y moderna estadounidense con obras tan populares como: Con faldas y a lo loco o La tentación vive arriba entre otras.
 En esta ocasión adapta a la pantalla junto a I.A.L. Diamond la novela de Claude Anet(seudónimo del tenista y escritor Jean Schopfer ) Ariane, jeune fille russe publicada en 1920 y que previamente fue llevada al cine en 1931 por el director alemán Paul Czinner con el título de Ariane y con guión de Carl Mayer.

Se nos cuenta la historia de Claude Chavasse (Maurice Chevalier) un detective que desarrolla su profesión en París,y que se ha especializado en resolver asuntos relacionados con infidelidades y deslices amorosos. Su hija Ariane (Audrey Hepburn) es una encantadora joven que toca el violonchelo y cuya curiosidad la lleva a inmiscuirse en uno de los casos de su padre, llevándole esto a conocer a Frank Flannagan (Gary Cooper) un rico playboy estadounidense con el que tendrá una aventura muy especial Pese a considerarse como una obra menor dentro de la sobresaliente filmografía de Wilder y haber sido maltratada por la crítica, es, sin embargo una película que contiene no pocos elementos de interés y que lleva por supuesto el sello de su autor: diálogos ingeniosos y chispeantes así como escenas construidas con gran ingenio y un amplio derroche de imaginación. Es una comedia más sentimental y lúdica que no contiene aún ese tono ácido y satírico presente en comedias posteriores como El apartamento (1960) o Un, dos tres (1961). La película se resiente debido a la excesiva edulcoración de algunas escenas, a un uso en ocasiones demasiado efectista de la música (que hace que en ocasiones la fluidez de la narración se relantize) y a una duración algo excesiva.



Dicho esto los actores están estupendos, Audrey Hepburn con su deslumbraste y sofisticada belleza ofrece una notable actuación, usando esa naturalidad y esa espontaneidad tan suyas que la han hecho merecedora de convertirse en una de las actrices más “cool” de todos los tiempos, no en vano era su segunda colaboración con Wilder tras la estupenda Sabrina (1954) por otra Gary Cooper está perfecto en su papel de galán otoñal y demuestra una vez más su gran capacidad para la comedia, no en vano ya intervino en dos películas escritas por Billy Wilder (La octava mujer de barba azul (1938) dirigida por su maestro Ernst Lubistch y Bola de fuego (1941) de Howard Hawks y finalmente con la presencia de un simpático y sagaz Maurice Chevalier.
La puesta en escena refinada y elegante debe mucho a Ernst Lubistch, con un estupendo trabajo en la fotografía de William C. Mellor y una música realmente evocadora de Franz Waxman. Película muy estimable, a redescubrir, eclipsada por la fama de sus comedias más conocidas citadas ya anteriormente. Contiene algunas secuencias magníficas y la elegancia y el encanto del buen cine clásico… creo que no se puede pedir más a una película.


''Sola en la oscuridad'' (Terry Young, 1967) 
           Por Immaculada Pilar Colom.





Como espectadores, una de las cosas que más tensión nos suele provocar es ver aquello que el protagonista, por las razones que sean, no puede. Sobre todo en el caso de thrillers, cuando sus protagonistas son ciegos, esa sensación casi claustrofóbica se hace acuciante. Lo que el personaje siente, y nosotros vemos, va cerrando la atmósfera de este tipo de películas de tal manera que, en muchas ocasiones, nos sentimos igualmente atrapados.

Entre el suspense y el terror, en 1967 Terence Young dirigió a Audrey Hepburn, Alan Arkin, Richard Crenna, al recientemente fallecido Efrem Zimbalist Jr., Jack Weston y Samantha Jones en esta adaptación de la obra de teatro de Frederick Knott, Sola en la Oscuridad. En la cinta, una invidente (Hepburn) era aterrorizada y perseguida por unos criminales en busca de un alijo de droga que había sido escondido en su apartamento, de forma accidental, por el marido de la protagonista.

Durante 108 minutos vivimos la persecución a la que se somete al personaje de Hepburn, y la película nos va envolviendo en esa sensación de soledad permanente y desvalida que persigue a la invidente, acrecentada por la fotografía, que potencia los claroscuros y las sombras, y por una efectiva banda sonora, firmada por Henry Mancini. 



Mel Ferrer, que por aquellos entonces estaba casado con Hepburn, produjo la película, de la que Audrey era protagonista absoluta. Ese halo de fragilidad que siempre le rodeó es aquí aún más patente. La actriz construyó su personaje de manera convincente, utilizando recursos que van más allá de una mirada perdida, como el sutil encogimiento con el que reaccionaba ante un grito o un sonido brusco. Así, sin exageración, la actriz logrará que el espectador se sienta tan atrapado como ella por esa doble prisión con la que juega el film: el apartamento de la protagonista y su propia ceguera. En cierta manera, mientras más cercada se encuentra la pobre Susy, más brillante es, si cabe, la interpretación de Hepburn.

La película dista de ser redonda, sin embargo tanto la actriz como la ambientación logran que pasemos por alto aquello que parece no funcionar tan bien como debiera. La cinta recibió una nominación al Oscar, en la categoría de Mejor Actriz, y significó un punto y aparte en la carrera de Hepburn, ya que no volvió a ponerse frente a las cámaras hasta diez años más tarde, cuando protagonizó Robin y Marian


''Robin y Marian'' (Richard Lester, 1976)
 Por Juan Murillo Bodas.




 Estupenda película de un director, Richard Lester que filma la mejor obra de toda su carrera. Se trata de una revisión de la popular figura de Robin Hood en tono melancólico y crepuscular. Es una película de una gran sobriedad y belleza sustentada por un estupendo reparto encabezado por dos excelentes actores: Sean Connery que da vida a un Robin Hood maduro y maltratado por los años y su aventura en las cruzadas que, al igual que Ulises vuelve a su particular Ítaca tras haber estado ausente muchos años; por otro lado está la deslumbrante figura de Audrey Hepburn que nos brinda una de las grandes interpretaciones de su carrera, su encarnación de Lady Marian es conmovedora, Hepburn entiende a la perfección la riqueza de matices de su personaje y se convierte en esa dama desencantada e inconformista, frágil y dulce, fuerte y testadura que al ver como su amor se aleja para siempre decide entregarse al servicio de Dios, será además uno de sus últimos papeles importantes para el cine. 

Además, la película cuenta con unos secundarios de excepción: Richard Harris como un Ricardo Corazón de León cruel, salvaje y despótico y Robert Shaw, excelente en su papel de Sheriff de Notthingham. La ambientación está espléndidamente conseguida. El rodaje en exteriores dota de verosimilitud al relato, transportándonos a ese mítico bosque de Sherwood. La fotografía de David Watkin es magnífica combinando las suaves panorámicas con virtuosos planos cenitales mención aparte la brillante partitura de John Barry, una de las más logradas de su gran carrera que ambienta perfectamente la historia, bien es verdad que Lester abusa en ocasiones de la música para enfatizar el tono crepuscular del relato o para subrayar la emotividad de los paisajes o el riesgo de las escaramuzas… 

El guión de James Goldman está construido con una estructura in crescendo, bien es cierto que hay pasajes en los que la minuciosidad o la trivialidad relantizan el desarrollo de la historia, que por cierto está cargada de emotividad y nostálgia, aunque también hay un cuestionamiento de los valores tradicionales: la lealtad hacia la corona, la inutilidad de la guerra, y por ende todo lo que significará para los protagonistas: la perdida de la felicidad… la posibilidad de recuperar el tiempo perdido no es factible, ni siquiera para los héroes de la literatura folclórica épica. Muy recomendable película repleta de aventuras, pasión, reflexión sobre el paso del tiempo y cuya historia de amor es de aquellas que no se olvidan. Es también una película sobre el honor, la lealtad, la amistad y el amor verdadero. Perfecta película de aventuras para disfrutar una y otra vez.


miércoles, 14 de mayo de 2014

Lana Turner y Veronica Lake, dos míticas rubias marcadas por la fatalidad

Lana Turner y Veronica Lake, compartían numerosos puntos en común: ambas de cabellera rubia y belleza fría (lo cual las hacía idóneas para encarnar a femmes fatales), más valoradas en su época por su agradable físico y sensualidad que por sus cualidades interpretativas (aunque las dos eran grandes actrices), sus carreras llevaron una trayectoria similar de montaña rusa (rápido ascenso y sonada caída) y vidas personales trágicas, escandalosas y complicadas.

Las dos estrellas han hecho correr ríos de tinta en el Hollywood dorado, con sus amoríos, sonados escándalos y problemas íntimos de toda índole.

Lana Turner y Veronica Lake, fascinan no solamente por sus dotes interpretativas y su gran belleza, si no también por lo que sucedía detrás de bambalinas, sus truculentas y agitadas vidas personales dieron muchos titulares y todavía siguen haciendo las delicias de cualquier mitómano o amante del cine clásico que se precie. Todo ello, contribuye a crear un retrato apasionante de dos estrellas con sus luces y sus sombras, ayudando a hacerlas más terrenales y no tan perfectas. Dos actrices problemáticas que fueron aplastadas por su propia vida y por la industria cinematográfica hollywoodiense.    



Lana Turner, belleza gélida y turbadora presencia

''En Hollywood siempre perdonas a tus enemigos porque nunca sabes cuando vas a volver a trabajar con ellos''. Lana Turner.
 

Nacida como Julia Jean Turner, el 8 de febrero de 1921 en Wallace (un pequeño pueblo minero de Idaho). A la edad de 10 años, perdió a su padre de 36, que fue hallado muerto en una calle de San Francisco con el cráneo destrozado a golpes, lo asesinaron para robarle un dinero que había ganado jugando a los dados. Ese fue el primer trágico suceso que marcó a fuego la vida de Lana. En 1931 se mudó con su madre a Los Ángeles, pero la vida de ambas fue muy dura y su progenitora no podía mantener a su hija, viendose obligada a separarse de ella. Lana terminaría viviendo con amigos de su familia.
No era buena estudiante, de hecho, fue descubierta por un cazatalentos, un día que se saltó las clases que tanto aborrecía. A los 15 años, ya formaba parte del elenco de extras de la Warner, más tarde, se incorporaría al plantel de estrellas de la Metro. 

Lana Turner poseía una belleza glacial idónea para papeles de femmes fatales, que contrastaba con su presencia turbadora y ardiente. A lo largo de su trayectoria, se especializó generalmente en retratar en pantalla a mujeres de carácter y pasionales. ''El cartero siempre llama dos veces'' la consagró como estrella, películas tan imperecederas y magníficas como ''Imitación a la vida'', ''Vidas borrascosas'' (la que fue su única nominación al Oscar a la mejor actriz) y ''Cautivos del mal'', terminaron confirmandola como mucho más que una cara bonita. Era una buena actriz, pero en ocasiones, su deslumbrante apariencia física y su aura de símbolo sexual, puede que le restaran injustamente importancia a su estupendo talento. Una de las grandes divas del Hollywood dorado, aunque tras esa imagen elegante y glamourosa, se escondía un animal herido. Fue una persona muy vulnerable, con problemas de inestabilidad mental y una vida amorosa muy frenética y turbulenta -su incansable actividad sentimental, venía motivada por su pavor a la soledad-, plagada de muchos amoríos y matrimonios.

Hubo un gran escándalo que marcó a fuego su carrera, precipitandola a su imparable decadencia, el asesinato del mafioso Johnny Stompanato, a manos de su hija, el 4 de abril de 1958.
Lana y Stompanato se conocieron en Acapulco, la mítica actriz en aquel momento, tenía 38 años y estaba sumida en una crisis de autoestima, su fuerte afición al vodka estaba empezando a pasar factura a su bello rostro y sus relaciones sentimentales tormentosas la dañaron internamente, todo ello, contribuyó a convertirla en una persona frágil e inestable (había estado casada anteriormente en siete ocasiones y tenido infinidad de romances).

Lana con su hija Cheryl.


Stompanato, mantuvo una relación con Lana para lavar su imagen principalmente (fue guardaespaldas del capo Micky Cohen, entre otras cosas) pero la actriz vivió un auténtico calvario a su lado. Era un hombre violento, que la maltrataba físicamente y psicológicamente constantemente, además de abusar sexualmente de ella y tenerla manipulada en general. La mayoría de las veces, su hija Cheryl era testigo de estas conductas abusivas y violentas inflingidas a su madre por su nueva pareja (incluso se ha llegado a afirmar que también abusó de ella).
Stompanato además de violento, era una persona extremadamente posesiva, de hecho, cuando Lana estaba rodando con Sean Connery ''Brumas de inquietud'', supuestamente había coqueteado con el actor escocés en el set. Su pareja que había sido informado de esta noticia por sus colegas, puso precio a la cabeza de Connery, el cual no tuvo más remedio que huir a Londres para salvar su vida. Lana se enteró así, de las conexiones que Stompanato mantenía todavía con el hampa de Los Ángeles (hasta ese momento, desconocía el pasado oscuro de su pareja) y decidió romper su relación para salvaguardar lo que quedaba de una carrera artística que se había resentido en los últimos años al encadenar varios fracasos comerciales.

La prensa americana haciendose eco del escándalo Turner-Stompanato.

Una noche, la hija adolescente de Lana para defender a su progenitora de otra brutal paliza, (contemplaba la escena detrás de la puerta) coge un cuchillo en la cocina, cuenta la leyenda, que se lo clavó a Stompanato en el estómago y acabó así, con el infierno que estaban viviendo las dos, a manos de ese ser tan despreciable.
Aunque existe otra versión todavía más sórdida, que asegura que Cheryl estaba celosa de la belleza de su madre y de su poder para seducir a los hombres y que lo asesinó por estar enamorada secretamente de Stompanato.

La trifulca entre los dos amantes, en esta ocasión, estaba motivada por la decisión de Lana de dejarlo, como era habitual, Stompanato reaccionó de manera desmedida y violenta, incluso amenazandola de muerte.
En el juicio posterior (que incluso fue retransmitido por televisión, marcando un hito histórico), Lana defendió insistentemente la inocencia de su hija. Finalmente, ambas quedaron absueltas, se consideró que fue un homicidio justificado. En dicho proceso judicial, salieron a la luz, trapos sucios: unos supuestos documentos y cartas dirigidas a amigos de Stompanato, en las cuales, él relata las aficiones sadomasoquistas de Lana, sus gustos en la cama y su insaciable apetito sexual.

Años después, Cheryl Crane confirmaría su culpabilidad en su libro autobiográfico ''Una tragedia en Hollywood'', en el cual, relataría detalladamente todo lo que aconteció esa fatídica noche del 4 de abril de 1958 y cómo planeó el asesinato de Stompanato, además de sacar a relucir una infancia muy traumática, en la cual, asegura que fue violada en repetidas ocasiones por Lex Barker (cuarto marido de su madre)  y por el padre de Lorenzo Lamas, el también actor Fernando Lamas (otro de los amantes de Lana).

En definitiva, Lana Turner tuvo una vida de guión cinematográfico, llena de escándalos y problemas personales. Podría ser carne ideal para un biopic apasionante, en un Hollywood actual tan falto de ideas nuevas, no me extrañaría que terminaran queriendo llevar a la gran pantalla su trayectoria personal y profesional.


Su accidentado paso por el Festival de San Sebastián

Lana recogiendo su premio Donostia.

En la edición de 1994, los premios Donostia recayeron en Lana Turner y Mickey Rooney. A ella, la invitaron por la necesidad de premiar a una figura femenina relevante, no por convencimiento real. Como bien relata Diego Galán en su estupendo libro ''Jack Lemmon nunca cenó aquí'', los organizadores (incluído él mismo, ya que fue director general y asesor del festival durante 13 años) la calificaban de estrella prefabricada de Hollywood a mayor gloria de maquilladores y peluqueros, no la consideraban una auténtica actriz (tal como le pasó durante toda su carrera, no solían tomarsela realmente en serio como intérprete, a pesar de sus admirables esfuerzos). Con la creencia de que recibirían una negativa por parte de la famosa actriz, decidieron intentar invitarla. Contrariamente a lo que pensaban, Lana Turner sí aceptó la oferta (en aquellos momentos, estaba con la grabación de un programa sobre su vida y este homenaje era ideal para incluírlo ahí). Intentaron todo tipo de artimañas para que Turner declinara asistir, pero no lograron quitarle la idea de la cabeza, convencida seguramente, de que podía ser su despedida a lo grande. Pidió poder pasar unos días en Madrid, antes de llegar a San Sebastián, pero terminó cansandose de esa ciudad al poco rato, apareciendo días antes de lo previsto, en el certamen.

Lana Turner no soportaba a Mickey Rooney y dejó claro que no quería encontrarselo en el festival. Rooney (recientemente fallecido) que había llegado días antes de la aparición de ella, aseguraba en sus memorias (que estaban a punto de publicarse) que había tenido un romance con ella cuando eran adolescentes y que había nacido una niña, fruto de su relación. La Turner siempre negó rotundamente esta noticia.

Mickey Rooney tuvo un paso agridulce por San Sebastián, afable cuando quería, pero también malhumorado y realmente caprichoso, tanto que por momentos, terminaron hartos de su presencia.

Los organizadores del festival intentaron a toda costa que el encuentro entre los dos no se produjera, pero media hora antes de la llegada de Lana, Rooney apareció de improviso en el hotel, sospechando de que pretendían despistarle para que no viera a Lana ese día (lo habían llevado a degustar una paella en un pueblo pesquero lejos de San Sebastián). Finalmente, consiguieron que subiera a su habitación, antes de que Turner hiciera su aparición. Para entretenerle durante un buen rato, se les ocurrió ofrecerle a una televisión rusa una entrevista exclusiva con él (Rooney que estaba insistentemente hablando de un western que había escrito y producido) aceptó por promoción. El mítico actor desde que se enteró de que Lana vendría a San Sebastián para recibir el premio Donostia, preguntaba constantemente cuando llegaría, a sabiendas de que un encuentro como ese, le reportaría todavía más publicidad para sus memorias. Un viejo zorro oliendo a su presa.

La llegada de Lana Turner fue tan clamorosa como mal organizada. Ella que estaba ya enferma y envejecida (tenía cáncer de garganta, de hecho, moriría un año después) se asustó, ante la avalancha de cámaras, fotógrafos y periodistas, refugiandose en su rechoncha asistente latina Carmencita. Poco después, en su habitación y pasado ya el susto, mientras Carmencita deshacía sus maletas, Lana estaba feliz, exclamando ''Llamadme Lanita. Todo el mundo me llama Lanita''. Estaba ansiosa por ir a todas partes, conocer los últimos rincones de Euskadi, dar entrevistas, ir al cine... Lana chapurreaba un simpático castellano aprendido en un rodaje y recordado gracias a Carmencita.

En la rueda de prensa, era optimista ante el cáncer que padecía... ''Mi fe es enorme y sé que el Dios que me dio la vida me está protegiendo de mi cáncer de garganta. Hace dos años me encontraba mal, pero ahora estoy alegre y con muchas ganas de vivir y sé que mi gran Dios no va a abandonarme''.

Estaba dispuesta a contestar a todas las preguntas, hasta que un periodista le hizo una pregunta indiscreta pero de actualidad, que opinaba sobre las declaraciones de Mickey Rooney, sobre su presunta relación sentimental e hija. ''Mickey Rooney es un cretino. Yo siempre he sido una romántica y me he casado siete veces pero ya basta. Ahora prefiero pensar en otras cosas''.
Cuando terminó la rueda de prensa, la despidieron con una gran ovación. Al volver a su habitación, se encontró con un ramo de flores que le había mandado Mickey Rooney. Lana que seguía enfadada con el actor, le gritó a Carmencita que lo tirara a la basura.

En la noche de entrega del premio Donostia, Lana Turner estaba muy emocionada y contenta, conquistó al público presente. Fue una noche espectacular e irrepetible. Mágica.

El problema vino después, ante la negativa de Lana Turner de entregar la Concha de Oro, como era tradición, ''Mañana no entregaré la Concha de Oro. Una estrella, ya se sabe, no debe exhibirse más de lo justo porque pierde intensidad''. Su decisión sentó mal, porque ya se había planeado que la entregaría ella. Afortunadamente, gracias a la argucia de Carmencita (la mucama de Lana) consiguieron el sí, ''Les hace mucho trastorno la señora, verdad? Si ustedes quieren yo puedo ponerme malita, así ella no podrá hacer el viaje sola y si se tiene que quedar mañana, será más fácil convencerla''. Carmencita comenzó con su ''actuación'' delante de Lana, haciendo que se mareaba y demás, asustando a la Turner, ''Carmencita, qué te pasa? Qué tienes? Dónde te duele?'' ''Ay, no lo sé señora, es un mal general. Son achaques de la edad. Mejor será que nos quedemos un día más y así puede usted hacerles el favor a estos muchachos tan simpáticos y que tan bien se han portado con usted...'' El engaño de Carmencita surtió efecto y Lana Turner subió al escenario para entregar la Concha de Oro a ''Días contados'' de Imanol Uribe (el jurado ese año, estaba presidido por el director Robert Wise).


Veronica Lake, la hermosa actriz de conflictiva personalidad

«He llegado a un punto en mi vida en que son las pequeñas cosas las que importan. Siempre fui rebelde y, probablemente, podría haber llegado mucho más lejos si hubiera cambiado de actitud. Pero cuando lo piensas bien, has llegado lo suficientemente lejos sin el cambio de actitud. Estoy feliz con eso.»

 
Nacida como Constance Frances Ockelman, el 14 de noviembre de 1922 en Broklynn (Nueva York). Veronica Lake (su apellido ficticio, hacía alusión directa a sus profundos y penetrantes ojos azules, tan azules como un lago), era de origen germano. Sus inicios fueron como modelo pin-up. Ya como estrella cinematográfica, ostentaba la mala fama de ser una de las actrices más difíciles con las que trabajar, sus compañeros se quejaban constantemente de que era imposible tratar con ella, debido a su rebelde y arisca personalidad (incluso Alan Ladd con el que colaboraría hasta en cuatro ocasiones, no mantenía una relación amistosa con su co-estrella habitual). Fredic March terminó tan harto de su comportamiento y de que le dieran tantos minutos en pantalla en ''Me casé con una bruja'', que retituló la película como ''Me casé con una zorra'' y aseguró que no volvería a colaborar junto a ella en ninguna cinta más.

Los estudios solían emparejarla con Alan Ladd, más por cuestiones de altura (él medía solamente 1,65) que artísticas, protagonizaron juntos diversos títulos noirs. Gracias a estas cintas, se convertiría en uno de los rostros indiscutibles del cine negro de los años 40.

 ''Nunca deseé ser una estrella, nunca me lo tomé en serio. No podía vivir, no podía soportarlo, odiaba ser algo que, en realidad, no era. De haberme quedado en Hollywood habría terminado como Alan Ladd y Gail Russell: muerta y enterrada. Aquella ciudad de ratas los mató y sé que también me habría matado a mí".

Lo cierto, es que Lake era principalmente conocida por su manera de peinarse (con una especie de flequillo ladeado tapandole un ojo denominado peekadoo, lo cual le daba una considerable dosis de misterio a su mirada) que causó sensación y por su sensual e innegable belleza. El suyo era uno de los rostros más pérfidos, fascinantes y enigmáticos que ha dado la Historia del Cine, poseía una presencia magnética y carismática en pantalla (memorables sus trabajos en ''Los viajes de Sullivan'' y ''Sangre en Filipinas'', por citar solamente dos ejemplos). Posiblemente no sería una de las estrellas del añejo Hollywood más dotadas artísticamente hablando, pero la cámara la adoraba y se manejaba de manera solvente en los papeles que le asignaban.

Su trayectoria fue fulgurante, con pocos títulos destacables y terminó de manera precipitada. A finales de los 40 empezó su declive profesional, la Paramount no le renovó el contrato y entre las deudas, divorcios, demandas y una posterior rotura de tobillo en 1959, Lake se vio obligada a retirarse del séptimo arte e ir sobreviviendo como podía, entre trabajos teatrales y televisivos.
Etiquetada como sex symbol, sus escándalos, fracasos comerciales, su indómita personalidad (se especulaba desde su infancia, que tenía serios problemas mentales) y su incipiente alcoholismo (fue detenida en numerosas ocasiones por embriaguez y por escándalo público), terminaron por enterrar una carrera que podría haber dado más de sí. La menuda actriz (medía 1,55) acabó totalmente arruinada y alejada del celuloide, se la encontró trabajando de camarera en el Martha Wasghinton Hotel de Manhattan (llevaba una temporada viviendo en hoteles baratos de Nueva York y Broklynn). En aquel momento, ante el periodista fingió ser una cliente pero después no tuvo más remedio que reconocer la verdad. Este escándalo le reportó una inesperada publicidad (y le devolvió momentáneamente la simpatía del público por ser una actriz caída en desgracia), que le proporcionó la posibilidad de volver a los escenarios, ejerciendo de presentadora de un programa de televisión de Baltimore y de retomar su actividad interpretativa, con una película de pésima calidad ''Foosteps in the Snow''.


Por desgracia, a finales de los 60, su salud física y mental empeorarían y es recluida en un psiquiátrico debido a una paranoia (afirmaba que estaba siendo investigada por el FBI).Temporalmente se recuperó y publicó una autobiografía ''Veronica'', la cual recibió críticas positivas y mucha publicidad. Con las ganancias de esta publicación, Veronica Lake rodaría su film de despedida, ''Flesh Feast'' de 1970, una cinta de horror de bajo presupuesto. Se trasladó ese mismo año a Reino Unido para casarse con su cuarto marido Robert Carleton-Munro, el matrimonio fue muy fugaz y tres años después, volvería a Estados Unidos y sería hospitalizada. Enemistada con su familia e hijos, no recibió ninguna visita. En 1973, fallecería a los 50 años en una cama de un hospital de Vermont, a causa de una hepatitis y una insuficiencia renal, derivadas de su adicción al alcohol.

Veronica Lake, fue lamentablemente, una de las tantas muñecas rotas del Hollywood del sistema de estudios, un monstruo que se alimentaba de la fama y belleza de sus víctimas y cuando ya no daban beneficios se deshacía de ellas. Lake, alcanzó lo más alto durante un escaso período de tiempo (llegó a ser una de las estrellas más taquilleras de su época y era portada de la mayoría de las revistas) pero las malas elecciones profesionales, su problemática personalidad y su repentino cambio de look (se vio obligada a cambiarlo, debido a que algunas mujeres de la sociedad americana de la época que trabajaban en las máquinas de embalaje e imitaban su peinado, sufrieran accidentes con sus largas melenas que quedaban atrapadas, en ocasiones, en la maquinaria). Se comenta que su brusco cambio de look, propició el inicio de su declive profesional, su legendario peinado se había convertido en su principal seña de identidad como actriz, causó un gran impacto en los espectadores. Esa fue solamente la punta del iceberg.


Resumiendo, Lana Turner y Veronica Lake fueron dos actrices rubias inolvidables del cine clásico, que vieron truncadas sus prometedoras carreras principalmente, por factores externos al terreno artístico (aunque realmente nunca fueron consideradas como buenas actrices con todas las letras). Como sabemos, Hollywood no tiene piedad (especialmente en aquellos años, cuando los estudios eran todavía más puritanos y ejercían un control total sobre sus stars, intentando tapar a toda costa cualquier escándalo que pudiera hundir la trayectoria de sus estrellas más apreciadas y rentables) y los escándalos de ambas se unieron a los fracasos comerciales de sus últimos films, este cóctel explosivo menguó el poder de estrella que encandila al público.

 

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